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Mal olor y moscas afectan a los vecinos rurales de Chillán Viejo

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Ulises Lari ya no aguanta más. A eso de las 18:00 horas, sin falta, las puertas y ventanas de su hogar deben cerrarse, pues los olores de los desechos que emanan de las instalaciones de la planta porcina Friosa, en Chillán Viejo, inundan su hogar y el de los vecinos.

Una situación similar a la de Freirina se vive en la comuna, pues el aumento en las temperaturas, unido al cambio en la dirección del viento, hacen que la calidad de vida de los vecinos del sector Quilmo Bajo, y Quillay, se vea cada vez más afectada.

"Ni siquiera puedo invitar personas a mi casa, porque el mal olor es insoportable, me da vergüenza, y si los invito, deben irse antes de las 18:00 horas, que es cuando comienzan los malos olores", lamentó Lari.

Sin embargo, según dijo el afectado, quien también es parte de la directiva de la junta de vecinos, no sólo en el sector de Quilmo Bajo se sienten los malos olores, pues el año pasado, incluso se podía sentir en la zona urbana de la comuna.

"Cuando las temperaturas suban más, llegarán las moscas, por ahora no se ven, pero es tanto que no se puede estar al aire libre", comentó Lari.

En tanto, la gerente de Calidad y Medio Ambiente de la empresa Friosa, Elizabeth Ellmen, declaró que "en relación al control de olores, nuestra empresa realiza una gestión metódica y permanente para reducir al mínimo los efectos negativos derivados de las fuentes identificadas". Asimismo, detalló que las medidas para mitigar los olores consisten en la implementación de cortinas arbóreas alrededor de los principales sectores de tratamiento, el adecuado retiro y almacenamiento de guano periódico, correctas prácticas de riego y aplicación de bioenzimas controladores de olores durante los meses de octubre a abril, con la finalidad de minimizar el efecto que tienen las mayores temperaturas.

No obstante, descartó reclamos por parte de vecinos del sector durante esta temporada.

La contaminación y las consecuencias que pueden tener en la salud, tanto de los vecinos como de los animales, es una de las mayores preocupaciones de los pobladores, pues existe incertidumbre respecto del origen del mal olor, así como del lugar de almacenamiento de dichos desechos.

El año pasado, la comisión regional del evaluación ambiental del Bío Bío sugirió a los vecinos que enviaran los antecedentes a la Seremi de Salud, para que ellos inicien un sumario y sancione a la empresa si es que estaba incurriendo en algún hecho que afectara la salud de las personas, pero nunca se supo si fue así realmente.

En noviembre de 2012, quien entonces fuera el jefe provincial de la Seremi de Salud, Giancarlo Garbarino, informó que para este tipo de situaciones, y como consecuencia de las fiscalizaciones y exigencias, se cuenta con un plan de gestión de olores para el criadero de Friosa en Rucapequén.

Cuando Lari pidió conocer el plan de gestión, le informaron que debía ir personalmente a la delegación a buscarlo, sin embargo, al momento de ir, no lo encontró. Después de un tiempo, lo llamaron para decirle que estaba el plan.

Al respecto, desde la delegación provincial de Salud en Ñuble sólo se limitaron a declarar que "La Autoridad Sanitaria de Ñuble no posee nuevos antecedentes de la empresa mencionada ni de la persona afectada y se tomarán las medidas pertinentes a la Delegación Provincial de la Seremi de Salud Bío Bío".

Otra situación que aqueja a los vecinos es lo que Ulises Lari calificó como un "vertedero orgánico abierto", pues los purines y lodos están siendo almacenados en predios donde, según el informe que emitió el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) en febrero de 2013, los desechos se están arrojando en suelos "desnudos", que carecen de cultivos que necesiten elementos fertilizantes a partir de los excrementos de los cerdos, lo que provoca un exceso de materiales como Potasio, Fósforo y Nitrógeno. Ante esta situación, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) ordenó que la empresa cultive vegetales que requieran una alta cantidad de estos elementos, o bien, que disponga de otros terrenos para arrojar dichos desechos.

La empresa presentó una Declaración de Impacto Ambiental ante el SEA, que fue rechazada por la misma entidad, y les ordenaron realizar un estudio de impacto ambiental, algo de lo que, según Ulises Lari, aún no se han tenido noticias.

"A pesar de que les rechazaron la declaración de impacto ambiental, ellos siguen funcionando, nosotros lo 'olemos' diariamente", comentó el vecino Ulises Lari.

Elizabeth Ellmen se refirió al respecto, sin embargo, como una "Declaración" de Impacto Ambiental, denominada "Regularización del Sistema de Manejo y Reutilización de Purines plantel porcino, Rucapequén". Según dijo la gerente de Friosa, "a ese proyecto se le han propuesto una serie de mejoras que permitan minimizar los impactos de nuestra actividad, sin considerar un aumento productivo, como cubrir pozos y lagunas de sistema de tratamiento de purines, la incorporación de riego tecnificado y ampliación de las superficies disponibles para riego, incorporación de cultivos, construcción de contrafosos y pretiles, un sistema de monitoreo de gases que se asocian al olor, de tal forma de poder tomar medidas en forma inmediata frente a un aumento en los niveles esperados".

Pero para Ulises Lari no es suficiente, pues se siente abandonado por las autoridades. "Nos sentimos abandonados por los órganos estatales, porque el problema no llega al centro de Chillán, ahí donde se toman las decisiones no llega el olor a chancho, para ellos no es problema, lo mismo en Concepción. No hay autoridades que tomen en serio este tema. De hecho las fiscalizaciones que hacen los organismos las realizan en horas de trabajo, entonces ¿por qué el plantel porcino comienza sus operaciones a las 18:00 horas?", se preguntó Lari.

Lari expresó que "creo es que en este país la tecnología existe, he ido a otros países en Europa, y no hay olor a cerdo. Que den trabajo a las personas, pero inviertan en las tecnología que corresponde".

La empresa Agrícola y Ganadera Chillan Viejo S.A. (Plantel Rucapequén), que ahora pertenece al conglomerado de Friosa S.A., comenzó su operación en el año 1993. Las instalaciones corresponden a un plantel de cerdos que se maneja bajo un sistema de producción animal intensiva, el cual se encuentra sujeto al Programa de control oficial del Servicio Agrícola y Ganadero, y se encuentra ubicada en zona rural desde la perspectiva de la normativa de Planificación Territorial, que es aquella que determina qué tipo de actividades se pueden emplazar en una zona geográfica. Actualmente, la empresa mantiene unos 100 empleados del sector, trabajando en sus diversas áreas.

"Ni siquiera puedo invitar personas a mi casa, porque el mal olor es insoportable, me da vergüenza".

Ulises Lari

Vecino del criadero de Friosa

"Nuestra empresa realiza una gestión metódica y permanente para reducir al mínimo (los olores)".

Elizabeth Ellmen

Gerente de Friosa.