Hoy todos somos iguales
Otra complejidad avizorada por los candidatos y sus comandos radica en la influencia del voto voluntario, que en la pasada elección municipal se tradujo en abstención del 60%.
Hoy me atrevería a decir que se produce un verdadero milagro, pues en el acto de votar somos todos iguales.
En estos últimos días de campaña electoral, hemos escuchado desde los distintos sectores políticos un llamado a los ciudadanos a concurrir a las urnas. Sabemos que la legitimidad del proceso también se vincula en gran medida al número de personas que voten.
Unos manifiestan que es necesario asistir si se desea ganar en primera vuelta, otros por consiguiente llaman a sus potenciales electores a votar para pasar a segunda, y hay quienes manifiestan que es necesario saber a través de los sufragios cuántos chilenos y chilenas consideran importante plantear un cambio constitucional a través de una asamblea constituyente. Razones para ir a votar pueden haber miles y muy distintas unas de otras, pero hay al menos a mí hay una que me sobrecoge.
Hoy domingo se hace realidad lo que cotidianamente no vivimos ni en nuestro país y en ninguna parte; sólo es posible en el cielo. En el alma de muchos seres humanos existe el anhelo que cada persona, independiente de su situación socioeconómica, nivel educacional, pensamiento, creencia, etc, tenga el mismo valor, y podríamos decir coloquialmente que hoy cada ciudadano pesa lo mismo en cualquier punto del país en el cual se encuentre.
Mi voto, el tuyo, el del que vive en un barrio ABC1, el del que vive en un campamento, aquel que profesa una religión o no cree en nada, el de aquel que fue a un colegio particular o público, el del que estudió en una universidad privada o estatal, el de aquel que se atiende en una clínica privada o recurre al hospital y debe soportar la espera, el del que vive en la gran capital o en provincia, todos se cuentan con el mismo valor 1 es a 1.
Esto es maravilloso, hoy me atrevería a decir que se produce un verdadero milagro, pues en el acto de votar somos todos iguales. Sólo teniendo por referencia este motivo yo ya me ánimo a ir a emitir mi sufragio aunque la fila esté bien larga.
En el mundo esta situación es muy difícil pero ante Dios somos todos iguales, somos hijos, somos creaturas. Ante Él no hay estudiantes de primera ni segunda, no hay mentiras ni acomodos, Él nos conoce en toda nuestra realidad, sabe lo que somos y lo que pensamos. Reconoce nuestros temores y esperanzas. Ante las urnas y ante Dios somos lo que somos, todos iguales.