Amelia Carvallo
La eterna Joan Baez visitará Chile para cantar el próximo viernes 14 y sábado 15 de marzo en el teatro Caupolicán de Santiago, perfecto escenario para un recital que busca congregar a tres generaciones sucesivas de admiradores que esperan ver a una leyenda viva de la música popular.
Esta es la segunda oportunidad que Joan Baez visita el país, ya que en junio de 1981, a falta de un mayor escenario negado por las autoridades, se presentó en un puñado de pequeños recintos: la peña de la Vicaría Sur, a la entrada de Avenida Santa Rosa; en la parroquia universitaria de la Plaza Pedro de Valdivia y, en la que tuvo mayor concurrencia, la parroquia de Santa Gemita en Nuñoa.
Esta vez Chile forma parte de la gira sudamericana "Gracias a la Vida Tour 2014", que la artista completará en marzo con presentaciones en el teatro Rex de Buenos Aires y en el Adela Reta de Montevideo.
Viene acompañada por un par de músicos: Dirk Powell en banjo, mandolina, guitarra, acordeón y teclado, y su hijo único Gabriel Harris en la percusión.
A sus 72 años, que el próximo 9 de enero suben a 73, Joan Baez se ve espléndida pero, aunque suene cruel, hay que recurrir a YouTube para cerciorarse de cómo mantiene sus cuerdas vocales, una herramienta que mantiene en pie de guerra desde los ocho años, cuando, acompañada de un ukelele, sacaba canciones de viejas glorias del folk como Pete Seeger, Odetta Holmes y Bob Gibson.
En un recorrido por sus más recientes presentaciones hay un video de septiembre pasado en Nueva York junto a Marcus Mumford (de Mumford & Sons) cantando "Cornbread"; también hay un video de agosto pasado de una actuación en el Opera de Sidney, donde canta "Forever Young" y otro de julio de 2012 en Milán, donde aparece con un pañuelo amarrado a la cabeza como turbante, sus delgadas manos y brazos sostienen una guitarra de madera mientras canta "House of the Rising Sun".
Si bien es cierto que llega a los agudos y altos con un tono una pizca más ronco y desgastado, sigue teniendo una voz diáfana y melodiosa, a la que acompaña con una manejo de la guitarra suave y preciso, como esas señoras que tejen sin mirar.
Su presencia escénica sigue intacta también, la voz de soprano fluyendo sin esfuerzo desde su boca apenas entreabierta, todo un pajarito que canta fuerte y claro mensajes de una época con flores en el pelo y multitudes alborotadas. Imperturbable el rostro, es casi una diva del folk, una prima donna de la contracultura, lo que quiera significar tal mote hoy.
En su delgada figura de elegante estampa concentra más de medio siglo consagrada a la música. Ha sido testigo y protagonista privilegiada de ciertos momentos estelares de la historia, ya que desde fines de los años cincuenta ha sido punta de lanza de numerosos movimientos de protesta y reivindicación tanto dentro de su país, Estados Unidos, como en el mundo entero. Nombren un hito y Joan estuvo allí: con Martin Luther King el día de su asesinato, en la marcha sobre Washington en 1963, en Woodstock, en el bombardeo a Hanoi en la Navidad de 1972, en el cono sur de América en los años de las dictaduras militares, en Cambodia, en Bosnia, afuera del rancho de los Bush protestando con su madre y hermana.
Siempre lista para apoyar múltiples causas, Joan Baez reconoce que en la vejez ha dedicado más tiempo a su familia, un poco cansada de ir y venir por todo el planeta enarbolando demandas. Los últimos años de vida de sus casi centenarios padres los pasó junto a ellos, y ha logrado que su único hijo viva muy cerca de ella junto a su nieta Jasmine, todo un logro luego de haber tenido una relación tormentosa por la ausencia que generaba su vida como músico.
Sin embargo no cede un ápice en sus sueños de un mundo mejor y sólo baja un poco la intensidad y número de sus adhesiones. Sigue encabezando las actividades del Instituto para el Estudio de la No Violencia, creado por ella en 1965 en Carmel Valley, California y se da tiempo para ver la entrega de los Grammys y sentenciar que esa música es mala. Esperanzada al comienzo del gobierno de Barak Obama, hoy manifiesta cierta desilusión por el curso que ha tomado su mandato. La adolescente de enormes ojos y cara seria sigue con atención el curso del mundo, rememorando lo justo y necesario para poder seguir cantando "We shall overcome" (su versión de "Venceremos").
Visita anterior En 1981, Joan Baez vino a Chile, pero no pudo obtener un escenario masivo para actuar.
Gira En esta oportunidad, la artista viaja acompañada de un pequeño grupo de músicos, entre los que está su hijo.