Amar y querer
Este sector productivo está poniendo énfasis en dos dimensiones de la prevención: el autocuidado y el mutuo cuidado.
Ama con los ojos abiertos, porque así verás los defectos del/la otro/a y también los amarás como parte del bello paisaje humano que tienes enfrente.
No concibo un Día de los Enamorados. Porque considero que, cuando uno se enamora, es para todos los días del año, sin exclusiones. Por eso, no escribo sobre este día, tan especialmente preparado por comerciantes y empresarios. Sino que aprovecho el momento especial que han sabido inventar y que nos envuelve a todos para hablar sobre el amar y el querer. Claro, porque soy un convencido de que no es lo mismo amar que querer.Entiendo el querer como una manifestación controlada del sentimiento. Como una forma de entregar afectos y cariños, esperando respuestas similares.
Se puede querer a una mujer/hombre, como pareja estable y tranquila. Pero también a los padres o a los hijos. Es entregar afectos profundos a un/a amigo/a. A una bandera o a un símbolo religioso. A un objeto que nos trae algún recuerdo satisfactorio. A una situación determinada que nos marcó en un momento preciso. Queremos y nos quieren. El amar, es algo más. Es entregarse sin condiciones, en todo orden y lugar. Con alma y corazón. Con bríos y paciencias, con entusiasmos y con calmas. Sin medidas ni reticencias, sin márgenes ni ocultamientos. En el día y en la noche, en los sueños y en las miradas. En las sonrisas y en las tristezas. En las buenas y en las malas. Amar es encontrarse a la persona que te hace vibrar con una palabra o una mirada, con una sonrisa o con un silencio. Persona que se aparece sin buscarla, porque si buscas a la pareja perfecta te pasarás la vida sin encontrarla. Tienes que acercar tu corazón al de aquella persona de tal forma que los latidos se acompasen, los susurros se pronuncien del mismo modo y con contenidos similares. Si lo alejas, se enfría el sentimiento, afloran las diferencias y se alza la voz. Amar es saber marcar esas diferencias y saber discutirlas, con la grandeza de los sentimientos puros, aclarando con voz calma los conceptos y dando rienda suelta después a las pasiones comunes. Si no sabes discutir, es que no hay amor. Y si no discutes, es que hay condicionantes que entraban la confianza absoluta.
Se trata, en definitiva, de construir amores maduros, graníticos, sin mitos y con la incondicionalidad del despertar abrazados, construyendo proyecciones que van más allá del uno o del otro, con voces que se escucharán en el futuro.
Periodista