De esta reserva hay narraciones de esfuerzo para que el Estado protegiera la riqueza de su flora y fauna, cuyo territorio es el último hábitat conocido del huemul.
La oración, personal y comunitaria, es un primer paso para vivir intensamente la Cuaresma.
El pasado Miércoles de Ceniza, comenzamos el tiempo de Cuaresma que nos recuerda que quien se abre a Dios y a sus exigencias, al mismo tiempo se abre a los demás, a los hermanos, que llaman a la puerta de su corazón y piden escucha, atención, perdón, a veces corrección, pero siempre con caridad fraterna. Muchas veces asociamos este tiempo de preparación para la Semana Santa como un período marcado de ayunos, sacrificios y días grises; ¡qué tremendo error!, pues la cuaresma nos ofrece la posibilidad de depurar en nosotros tantos vicios, malas costumbres y actitudes negativas, ayudándonos a comenzar el año de actividades más ligeros y dispuestos.
La oración, personal y comunitaria, es un primer paso para vivir intensamente la Cuaresma. El fruto de la oración siempre se debe manifestar con la vida, en actos de comprensión, renuncia en beneficio de los más débiles, diálogo y búsqueda de la paz. Sacrificios, sin actos de amor, como lo dijo el mismo Jesús, están vacíos y no son de Dios, desde su cruz el mismo Cristo da su sangre por amor, para salvarnos a todos, no con un fin narcisista enfermizo. Como lo decía el papa Benedicto, en su Carta Encíclica "Deus Caritas Est": "¡miremos a Cristo traspasado en la Cruz!, Él es la revelación más impresionante del amor de Dios,… El Señor desea ardientemente de nosotros que aceptemos su amor y nos dejemos atraer por Él".
Esta Cuaresma, y especialmente la Semana Santa, nos alivian, pues nos recuerdan el valor de la cruz y nos invitan a dar frutos de amor con renuncias personales que nos acerquen a los demás, especialmente los más necesitados. Por otra parte, la campaña de Cuaresma de Fraternidad nos ofrece el camino para manifestar nuestra generosidad, pues está dirigida a aliviar a niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Hagamos de este tiempo de Cuaresma un período de reflexión y compromiso, dejando atrás todo lo que nos pesa en el alma y el cuerpo, viviendo en plenitud y alegría cada minuto de este año.
Obispo de la Diócesis de Chillán.