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Accidente causado por ternera pudo causar tragediaObispado desvincula a capellán por ver pornografíaAdjudican diseño de futuro hospital S. Juan de Dios

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Cuando aún estaba en la memoria el accidente que terminó con la vida del diputado UDI, Juan Lobos, un hecho similar pudo cobrar la vida, esta vez, de dos profesores de la escuela Glorias Navales de Ninhue. El hecho fue causado por una ternera, que se cruzó en la calzada de la rutaN532 del camino Bajo el Ala -SanNicolás.

El Obispado de Chillán decidió desvincular a un capellán del colegio La Purísima Concepción luego de haber sido sorprendido viendo pornografía al interior del recinto educacional. Fueron algunas alumnas del mismo colegio quienes sorprendieron al religioso y denunciaron los hechos que terminaron con su salida.

Un consorcio chileno-español se adjudicó finalmente el diseño de lo que será el futuro Hospital San Juan de Dios, de Chillán. El diseño del proyecto tendrá un costo de 2.728 millones de pesos para la construcción de la ambiciosa obra de aproximadamente 70 mil metros cuadrados, más estacionamientos.

Para conversar hay que escuchar

Ahora, el pronunciamiento debe venir de nuestras autoridades, de legisladores, del Poder Ejecutivo, de aquellos que por años han obviado una problemática que nos golpea a diario.

El que no escucha, se escucha a sí mismo y no dialoga. Y el que no dialoga termina imponiéndose por el insulto.

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En todas partes del mundo los hombres no piensan de la misma manera. Nace en esa realidad la discusión, el debate y la controversia. Parecen iguales, pero tienen matices que la diferencian. La discusión es más bien el diálogo entre personas con puntos de vistas distintos. El debate es parlamentario y es quién habla con fuerza buscando imponer y convencer al adversario echando abajo una idea o proyecto ley. En cambio, la controversia puede ser filosófica, sindical, política o científica. Por eso entiendo que los amigos o esposos discuten; los diputados debaten, y los filósofos aprenden de la controversia. La discusión termina tristemente en muchos casos en franca disputa, trayendo la discordia; no debería ser así. Ella debe ajustarse siempre a lo mejor para los amigos que discuten. En el debate se puede colar la ambición, el odio y la envidia; no debería ser así, el debate debe conservar el ambiente de hombres que se expresan libremente y buscan sólo el bien de la mayoría, sin querer aplastar a nadie ni buscar el provecho personal. La controversia puede caer en el engaño y la falsedad; olvidándose de conservar su espíritu de ser instrumento que utilizan los hombres para exponer sus derechos, sus razones y argumentos y no para destruirse. El diálogo es y será la mejor de las herramientas para cultivar el entendimiento, pero para que ella se dé, es necesario, saber escuchar al otro. El que no escucha no entiende y por tanto no aprende. El que no escucha, se escucha a sí mismo y no dialoga. Y el que no dialoga termina imponiéndose mediante el insulto, la ofensa, o descalificando al otro para destruirlo incluso llegando a la fuerza. Con razón se dice que la guerra es un fracaso de la diplomacia. Cuando hay mayoría en el parlamento, se puede producir el diálogo de sordos, imponer y no dialogar aunque el discurso sea el de una sociedad pluralista e inclusiva. Por eso, debemos entender que la discusión, el debate y la controversia pueden ennoblecer al hombre y engrandecer a los pueblos, o los pueden hundir en el odio más feroz y en el caos de las venganzas más terribles, si no les acompaña el respeto a la persona humana y a la tan necesaria actitud de escuchar al otro. ¿Los problemas se solucionan peleando o conversando? Pero para conversar hay que escuchar.

Licenciado en Filosofía, Obispado de Chillán.

Por los Diego, Tommy y Ricarte

La segunda marcha de los enfermos, que ayer, convocó a cerca de 200 chillanejos viene a recordarnos la imperiosa necesidad de contar con la Ley Ricarte.

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Hace más de un año el destacado y reconocido periodista, Ricarte Soto, sacaba la voz desde su tribuna televisiva para remecer al país y a las autoridades, enrostrándonos la triste realidad que miles de chilenos debían vivir a diario, y en silencio, por hacer frente a costosas enfermedades. Quien mejor que el asertivo profesional, de ácidos comentarios, para aprovechar la tan vilipendiada tribuna farandulera, que a diario tenía, para tomar como bandera de lucha una causa que el mismo comenzara a vivir luego que en 2010, se le diagnosticó un cáncer al pulmón. La creación de un fondo para que el Estado colaborara en el financiamiento de tratamientos de enfermedades complejas y raras fue una de las principales peticiones de Ricarte. Hoy, el periodista que se formó en Francia, en medio del exilio, ya no está con nosotros, sin embargo su mensaje aún continúa y junto a él, las luchas de otros Ricarte, de dieguitos y sus familias que le hacen frente a una dura leucemia con la esperanza de alcanzar un trasplante de médula; de otros "Tommy" que, aún sin nacer, deben prepararse para afrontar una hernia diafragmática congénita. Fueron ellos, los que ayer estuvieron acompañados por cerca de 200 personas, enfermos y no, que se unieron a la segunda marcha de los enfermos y recorrieron las calles céntricas de Chillán, marcha que se replicó en distintos puntos del país. Globos, pancartas y poleras blancas, nos muestran que el sueño de la denominada Ley Ricarte aún sigue vivo, que la ciudadanía está cada vez más empoderada y dispuesta a levantar la voz, convirtiéndose en el mejor homenaje para Ricarte. Ahora, el pronunciamiento debe venir de nuestras autoridades, de legisladores, del poder ejecutivo, de aquellos que por años han obviado una problemática que nos golpea a diario y que tienen la posibilidad de que la tercera marcha de los enfermos sea, ésta vez, para celebrar que los enfermos de nuestro país, sin mediar su condición, tienen una buena y verdadera salud.