El valor inagotable del libro
Con frecuencia no se escucha a los expertos y se construye donde la lógica indica que no debiera hacerse, como quebradas cercanas a bosques, y pastizales.
Un libro es una compañía incondicional, es un instructor que repite sin cansarse, es un detonador de reflexiones.
En 1995, la UNESCO instituyó la conmemoración del Día Internacional del Libro para contribuir al fomento de la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual. Desde hace 19 años, muchas agrupaciones se congregan cada 23 de abril y expresan el reconocimiento que debemos a este objeto cultural. En estas conmemoraciones se revitaliza la preocupación sobre el peligro en que se encuentran los libros y la lectura por causa de la tecnología. Pero si miramos detenidamente el entorno, tal amenaza no es evidente.
Los niños y jóvenes siguen leyendo, aunque no siempre desde el papel. Comparten como grupos en las redes sociales sus experiencias lectoras de sagas sobre utopías apocalípticas o sobre míticas civilizaciones. Van al cine y regresan de él, para seguir la misma historia, pero ofrecida por el libro. Los adultos, a veces disconformes con los impuestos que gravan su precio, todavía compran libros y los consideran un regalo digno para alguien querido. Las abuelas siguen leyendo, prefiriendo definitivamente el papel, y son de tal manera consumidoras de libros que todavía hacen uso del antiquísimo sistema de trueque de libros usados.Walter Ong, comparando la modalidad comunicativa oral con la escrita, aboga a favor de esta última, porque, a su juicio, "sin la escritura, la conciencia humana no puede alcanzar su potencial más pleno, no puede producir otras creaciones intensas y hermosas". ¿Hay más razones que expliquen la vigencia que el libro mantiene? Un libro es una compañía incondicional, es un instructor que repite sin cansarse, es un detonador de reflexiones y creatividad, es un proveedor de entretención y emociones, es un mundo que está esperando a ser descubierto, es una clave de lectura de los mundos que conocemos y los que no, es un conjunto de pistas para conocernos a nosotros mismos. La tecnología no ha matado al libro.
Los temores sobre los riesgos tras la irrupción de libros y bibliotecas digitales no resultaron fundados. Ya en 1988, Marianne Peronard advertía: "Porque soy optimista y tengo fe en el destino del ser humano creo que lo que ha salido de la mente y del espíritu del hombre no contribuirá, en definitiva, a su deshumanización y que, por el contrario, ha de ayudarle a desarrollar al máximo y de manera positiva toda la potencialidad que en él puso su creador".
Académica de la UCSC