Productora del documental 'El Vals de los Inútiles' alabó la recepción local
Cine. Catalina Donoso destacó el interés de los jóvenes chillanejos sobre los movimientos estudiantiles.
El vals de los inútiles, el primer largo documental de Edison Cajas, muestra particularmente esa corrida de las 1.800 horas donde decenas de personas daban vueltas por La Moneda enarbolando banderas que exigían educación gratuita y de calidad.
Además, la cinta busca retratar la historia de dos protagonistas de diferentes generaciones que e los une una misma causa social. Es así que la productora ejecutiva de esta pieza audiovisual, Catalina Donoso, visitó Chillán para compartir con el público local la realización de esta obra de 80 minutos.
En mayo del 2011, comenzamos a grabar lo que estaba pasando en las calles, sin la intención de hacer un documental, solamente un registro. Y al final grabamos con Edison la corrida completa, desde junio a septiembre. Cuando ya terminó, nosotros habíamos conocido a mucha gente, muchas historias y nos dimos cuenta de que habían personajes que nos interesaban. Cuando ya teníamos estos personajes conformamos finalmente el equipo y en el 2012 empezamos a reconstruir la historia, siguiendo sus vidas para ver cómo había sido la movilización en general.
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El origen del nombre tiene que ver con lo dijo Carlos Larraín en ese tiempo, en donde el dijo que los estudiantes que se estaban manifestando eran una manga de inútiles subversivos. Y edison agarró ese concepto y la idea era un poco burlarse de eso. Y lo del Vals nosotros lo miramos como un baile apoyando al movimiento.
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Es un tributo al movimiento del año 2011, estamos homenajeando a la gente que corrió las 1.800 horas, por ende, de por si es algo bello que pasó que nosotros rescatamos de nuestra propia historia reciente. No queremos ni incentivar ni disminuirlo, sino que abrir este lugarcito para poder vernos, poder dialogar, para analizarnos como país, es una generación sin tanto miedo y las generaciones de los 70s por ejemplo quedaron mudos, sin palabras, porque ellos no podían hacer lo mismo por la represión que existía en esa época.
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Chillán es un público potencial, una sala de aproximadamente 30 personas es un buen número para este tipo de exhibiciones, porque mejor llenar 30 que tener una sala de 200 que esté completamente vacía. Es muy desalentador como realizadores y también como espectador ir al cine así, es más emocionante elegir una sala más pequeña pero que esté llena y hasta el momento ha funcionado súper bien y esa es la idea de Miradoc.
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La proyección fue hermosa, valió la pena porque habían 25 jóvenes y cuando terminó la película yo los miraba y estaban muy atentos al documental. Yo conversé después con ellos y nos felicitaban porque estaban fascinados y los más importante es que se sentían identificados, se emocionaron mucho y eso nos llena de felicidad, nos damos por pagados con eso. Destaco mucho la buena recepción de los jóvenes chillanejos. Si bien es cierto que nos decían que en Chillán hay una deuda con la cultura, notamos que esta hermosa ciudad quiere más de ella.