Cumpleaños termina en tragedia en casa de El Carmen
homicidio. Exceso de aguardiente desató tragedia. Joven que celebraba sus 21 años hirió con un cuchillo a su padre, intentó prender fuego a su casa y posteriormente habría asesinado con un hacha a uno de sus invitados.
Para Jonathan Ortiz Peña, celebrar su cumpleaños número 21 bebiendo aguardiente era un panorama ideal. Efectivamente, festejó y bebió hasta que perdió la conciencia. Lo que de seguro no estaba en sus planes ocurrió cuando despertó, durante la mañana, aún con resaca: sus manos estaban esposadas. Se encontraba en la tenencia de Carabineros de El Carmen, encerrado, sin recordar que un par de horas antes, según testigos, había dado muerte a su amigo, José Rodríguez Ruiz, propinándole un hachazo en la cabeza.
En el sector Vergara, ubicado a 38 kilómetros de la comuna de El Carmen, muchos de los vecinos de avanzada edad recuerdan unos cuántos episodios de violencia ocurridos en la zona, pero ninguno como del que se enteraron ayer a temprana hora, cuando se percataron de la presencia de vehículos de Carabineros, la Brigada de Homicidios de la PDI y el Servicio Médico Legal
Historia de horror
Según cuenta su familia, pasada la medianoche, Nilso Ortiz Erice despertó por los insistentes llamados de su hijo, Jonathan, quien le estaba pidiendo prestado el parlante con el que escuchaba música. Nilso estaba molesto, al igual que su esposa, Clelia. No querían que Jonathan siguiera metiendo ruido, ni menos tomando.
'Pero cómo no me van a dejar celebrar como la gente, si estoy de cumpleaños', les decía Jonathan, según detalló su madre. Fue tanta la insistencia, que prefirieron darle en el gusto a su hijo mayor. Luego, intentaron dormir, pero era difícil. Jonathan estaba eufórico celebrando junto a su tío, Armando Peña Henríquez y José Rodríguez, quienes bebían aguardiente que habían comprado especialmente para la ocasión. 'Con este guacho en este estado, esta noche no dormimos', le decía Clelia a Nilso, quien prefirió levantarse un rato para ir a ver por qué tanto alboroto.
En el comedor de su casa se encontraba celebrando su cuñado junto a José Rodríguez y Jonathan. Entre los tres bebían frecuentemente, pero esa noche se les estaba pasando la mano, sobre todo a Jonathan, que estaba notoriamente borracho, afirman familiares.
Cuando Nilso se les acercó, lo invitaron a compartir una copa de aguardiente. 'No. Esta vez yo paso', les dijo. Pero insistieron. Fue ese el comienzo de una lamentable escalada de violencia que inició con una simple discusión, pero no fueron muchos los gritos e insultos mutuos que hubo antes de que Jonathan cogiera uno de los cuchillos que tenía a mano. A esa hora, Clelia ya estaba con el oído puesto, al igual que su hija menor, de 11 años, escuchando qué sucedía en la pieza de al lado.
Cuando notó que la discusión ya estaba viciada, se acercó en pijama a la puerta para ver lo que estaba pasando: su hijo estaba descontrolado. Sin mediar aviso, cogió un cuchillo que tenía a mano y se fue encima de su padre, a quien le propinó una puñalada que le llegó en la cabeza.
Comenzaron los gritos. Jonathan quería sí o sí asesinar a Nilso. Su tío Armando y José lo sujetaron con fuerza para que no siguiera. Trataba de zafarse pero no lo soltaron hasta que Clelia vistió a su esposo, que no paraba de sangrar. Salieron de la casa. Llegaron al portón, y desde ahí estaba Jonathan gritándoles: '¡Voy a quemar la casa y después me voy a matar!', recordó angustiada la mujer.
Mientras despertaban al vecino para pedirle que por favor los llevara en auto hasta el hospital de El Carmen, veían cómo Jonathan rociaba la casa con parafina. 'Estaba como poseído tratando de prenderle fuego. Si no es por la helada que había a esa hora, ahí sí que perdemos todo', cuenta Clelia, quien tuvo que llevar a su hija con ellos hasta el recinto de salud más cercano.
Era una pesadilla lo que estaba viviendo la familia Ortiz Peña. Mientras el matrimonio arrancaba con su hija menor, su hijo mayor intentaba quemar la casa que habían construido juntos en el sector rural, fruto de esfuerzo y trabajo en la agricultura, labor que también realizaba Jonathan, quien dejó el colegio cuando iba en quinto básico.
Clelia estaba desesperada. No entendía cómo el alcohol había vuelto tan violento a su hijo para que atacara a su propio padre. Eran muchas las cosas que pensaba, se cuestionaba, se preguntaba, pero lo peor todavía no sucedía.
'El corte en la cabeza fue profundo. Tuvimos que ponerle 20 puntos', le habían dicho recién. Estaba acompañada por Carabineros, a quien ya le había contado lo que previamente había sucedido, cuando le llega una nueva notificación aún más terrible: En su casa, en los faldeos de la cordillera de Los Andes, había muerto José Rodríguez ya que Jonathan le había dado un hachazo. La noticia la destrozó. Partió junto a Carabineros de emergencia de vuelta a casa: cuando llegó, José, su amigo de toda la vida, con quien se había criado, yacía tendido en el portón de la casa. Su cabeza estaba destrozada.
Más tarde, Armando Peña, declararía que sólo pudo evitar que el joven quemara la casa. Trató de calmarlo pero no pudo. Prefirió irse. Detrás de él iba José, quien tampoco pudo calmar a Jonathan. Lamentablemente, él no pudo atravesar el portón. Iba llegando cuando fue alcanzado por Jonathan, quien no le dio ningún aviso, sólo cometió el brutal asesinato. 'Sonó como si hubieran partido un zapallo', declaró el hermano de Clelia.
La detención
Cuando Carabineros entró a la casa, Jonathan estaba sentado sobre la silla, durmiendo, con la cabeza apoyada en el comedor. A un lado de él estaba el hacha aún mojada, estaba limpia. Para detenerlo no hubo ningún impedimento, apenas lo movieron, cayó al suelo, estaba con inconsciencia etílica. Lo esposaron y lo tuvieron que arrastrar hasta el furgón policial para trasladarlo hasta el cuartel ubicado en El Carmen.
Notificado el Ministerio Público, el ente persecutor instruyó las pericias necesarias a la PDI. Durante la tarde, en el Tribunal de Garantía, Jonathan Ortiz Peña, 'el flaco', como le decían algunos, fue formalizado por el delito de homicidio y lesiones. Debido a la gravedad de los hechos, el juez decretó su prisión preventiva mientras dure la investigación.
Secuelas
José Rodríguez se dedicaba a la agricultura. Vivía con su madre, a quien acompañaba desde que quedó viuda. Además, lo acompañaba su pareja y su hijo de tres años.
Luzmira Henríquez lamentó lo ocurrido. Un nexo familiar le permitió conocer a José, con quien compartía habitualmente. 'Todavía no puedo creer lo que pasó y cómo', contó.
En el sector rural los vecinos se conocen por sus apellidos. También sabía quién era Jonathan. 'Todos sabíamos que era alcohólico. Cuando tomaba se ponía así de violento. De hecho, ya había tenido otras peleas con sus tíos. Había intentado apuñalarlos', declaró Luzmira.
Mientras su hijo se encuentra en prisión preventiva, su madre, Clelia Peña, espera que cumpla con la condena correspondiente. 'Yo lo quiero, pero se lo merece. Quizás así le sirva para aprender y entender lo que hizo', afirma.
'Todos sabíamos que era alcohólico. Cuando tomaba se ponía así de violento. De hecho ya había tenido otras peleas con sus tíos, había intentado apuñalarlos'.
3.45 horas
35 kilómetros
El cumpleaños