Una grave epidemia provocada por el virus del ébola amenaza al mundo. Más de 4.500 personas han muerto y hay otras 10 mil presuntamente infectadas. Se toman medidas apresuradas, porque se trata de una epidemia con un virus letal en un 90%.
Ha aparecido en cinco ocasiones en África, la última en 2013, en la zona occidental de aquel continente. Su origen se presume en el contacto con animales infectados. En este caso, se sospecha de tres especies de murciélagos de la fruta.
El primer virus fue detectado en 1976 y se le puso el nombre de Ebola Sudán y Zaire, debido a que su epicentro estuvo junto a los ríos de tales nombres. En 1989 apareció uno similar, al cual se le bautizó como Río Reston. En 1994 se detectó el ébola Costa de Marfil y en el 2007 el Bundibugyo. El peor de todos es el primero, el Zaire, que es precisamente el que ahora nos afecta.
Pertenece a la familia de los Filovirus, con una estructura filamentosa que infecta el endotelio capilar del individuo. Se contagia por contacto directo con infectados, a través de sus fluidos y sangre. Los síntomas comienzan con una fiebre súbita, debilidad intensa y dolor de músculos, cabeza y garganta, asociada a vómitos, diarrea, erupciones cutáneas, disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y externas. Sólo con exámenes y pruebas de laboratorio se puede diagnosticar.
No existe una vacuna, aunque la situación actual ha obligado a las autoridades a acelerar las pruebas para encontrar una solución a este problema acuciante. Hay centenares de personas en Europa y América del Norte que se han prestado voluntariamente a esta experimentación.
El ébola es una epidemia que se debe combatir mundialmente con todas las medidas posibles, en forma unitaria, principalmente con equipos de expertos sanitarios. Y debe activarse la prevención. Por ello, se recomienda la utilización de equipos especiales para que no haya contacto directo con los pacientes infectados o sospechosos de estar contagiados.
Estamos frente a un tema grave, que ha surgido en poblaciones urbanas de Guinea, Sierra Leona, Liberia y Nigeria, pero que amenaza proyectarse a nivel global.
La responsabilidad de las autoridades políticas es escuchar las recomendaciones de los científicos y entregarles todos los medios a su alcance. La del personal sanitario, a actuar con decisión pero con la máxima precaución. La de la población general, es de informarse, no alarmarse y adoptar medidas de prevención. La responsabilidad de los medios de comunicación, es la de informar, pero también la de educar sobre el mal que nos afecta.