Modificacion al código de aguas,otra mala idea.
Hay que reconocer que este gobierno es consistente: anuncia con entusiasmo malas ideas y luego no duda en implementarlas, es súper coherente, no hay duda.Ya en el programa de gobierno, y luego durante la cuenta pública de mayo 2014, la Presidenta Bachelet había anunciado la intención de establecer que el agua es un 'Bien Nacional de Uso Público', aun cuando esto ya está actualmente reconocido en el Código Civil y en el Código de Aguas. La razón para estos cambios radica en un diagnóstico equivocado respecto del funcionamiento del mercado del agua en Chile -que ha sido valorado incluso por organismos como el Banco Mundial- y de la responsabilidad que recae en la gestión privada frente a las deficiencias del mismo. Recuérdese que la sobreexplotación de los recursos hídricos surge básicamente de una mala gestión del Estado que sobreotorgó los derechos de aprovechamiento de agua (DAA), a lo que se ha sumado una débil fiscalización. Lo anterior no desconoce que deban realizarse mejoras para superar las insuficiencias existentes en la actual legislación de aguas. Sin embargo, estas dificultades no se solucionan dando mayor discrecionalidad a la autoridad, así como tampoco se resuelve la escasez o sequía estableciendo en la Constitución un derecho universal al agua. Lo que realmente se necesita es proponer los cambios adecuados para abordar los problemas identificados en los diagnósticos elaborados por la Dirección General de Aguas (DGA), el Banco Mundial y expertos independientes que permita garantizar un uso sustentable del agua y, al mismo tiempo, promuevan el desarrollo de la actividad productiva para el progreso socioeconómico del país.La propuesta legislativa del Ejecutivo apunta, sin embargo, en una dirección distinta, priorizando un giro importante hacia una mayor injerencia del Estado y el control sobre el uso de los DAA, lo que atenta contra el buen funcionamiento del mercado y el uso eficiente del recurso. Se propone un cambio de concepción de los nuevos DAA, pasando de ser un derecho permanente a uno con duración máxima de 30 años, renovable salvo que la DGA acredite el no uso efectivo del recurso. Esto afectaría la certeza jurídica necesaria para el desarrollo de actividades que usan el agua como insumo, tales como la agricultura, la hidroelectricidad, los servicios sanitarios y la minería.
Presidente regional de Renovación Nacional