Compromiso con la Región de Ñuble
Notorias diferencias dejó entrever esta semana el ex intendente de la Región de Los Ríos, Iván Flores, entre el proceso que llevó a convertir a dicha zona en una región autónoma el el 16 de marzo de 2007 -tras las promulgación de la ley Nº 20.174 por la Presidenta Michelle Bachelet- y la etapa que actualmente vive la provincia de Ñuble para impulsar una medida administrativa descentralizadora similar.
Quizás una de las más preocupantes, de entre las observaciones que entregó el impulsor de la Región décimo cuarta en el marco de la última de las jornadas, fue la falta de entusiasmo -tanto ciudadano como de sus autoridades- que visualizó durante el reciente encuentro. Al hacer un paralelo con lo ocurrido en Los Ríos, en efecto estas mismas jornadas contaban con una amplia participación ciudadana, de vecinos que con pancartas exigían a las autoridades el envío de un proyecto para concretar tal aspiración. Esta crítica no es nueva, ya hace un par de años cuando el comité organizó un foro político con legisladores de las comisiones de gobierno interior tanto de la Cámara baja como del Senado, la gran sala del Teatro Municipal de Chillán contó con una baja concurrencia pública, no tan notoria gracias a la asistencia de estudiantes convocados por sus profesores a la actividad. Eventos posteriores han mostrado que, en efecto, la baja participación popular es una de las mayores falencias que ha demostrado el movimiento pro Ñuble Región.
A lo anterior, cabe sumar la inexistencia de una planificación adecuada para preparar una estrategia de desarrollo de la nueva región y de la falta de capital humano preparado para asumir los roles que demandará la nueva estructura político administrativa del nuevo Gobierno Regional de Ñuble. Ambos factores que en Los Ríos -nuevamente como ejemplo- se constituyó en un trabajo que fue adelantado por los impulsores de la iniciativa.
Ñuble no puede dejar finalmente exclusivamente en manos del gobierno o los parlamentarios la confección de dicho instrumento vital para su organización futura. Si queremos y anhelamos la independencia administrativa y prodigamos la descentralización, entonces debe ser la provincia y su gente quienes tomen la iniciativa y con el aporte mancomunado de universidades, instituciones y líderes de la comunidad se aborde la tarea de pensar un plan de desarrollo a 5, 10 o 20 años plazo que involucren una metodología de trabajo para potenciar los distintos sectores de la economía, que hagan sustentable y necesaria esta nueva región de Ñuble. De lo contrario, el largo sueño de los ñublensinos arriesga un fracaso lamentable.