el sacrificado oficio de una emprendedora de el Rosal Bajo en la capital de ñuble
alimentos. Microempresaria de la comuna de Pinto cuenta que dejó su profesión de casi 15 años para conseguir el sueño de convertirse en su "propia jefa".
La jornada de Luz Valdés Cáceres comienza cada día a las dos y media de la madrugada.
El primer paso es preparar el pan con sus propias manos, para que llegue crujiente y fresco a sus clientes, tal como lo hace después del terremoto del 27/F.
"Mi mamá nos crío vendiendo desayunos, así que copiamos su ejemplo", comenta Luz.
Poco antes de partir desde su hogar en El Rosal Bajo, comuna de Pinto, ella prepara los agregados y, finalmente, carga su vehículo e inicia el viaje hacia el sector del mercado de Chillán, en la intersección de Isabel Riquelme con calle Arturo Prat.
A QUIEN MADRUGA...
Ya van cinco años desde que decidió dejar se trabajar en forma dependiente y lanzarse a la aventura de salir "a vender de lunes a lunes desde las 7 de la mañana".
"Empecé haciendo empanadas y dulces por encargo. Hasta que reuní el dinero para mandar a fabricar mi carrito de comidas e inicié el servicio de desayunos", recuerda Luz.
Cuenta que desde muy temprano llegan los clientes para pelearse uno de los 120 sándwiches diarios.
"Vendo pan amasado con pernil, pollo, carne y bebidas como café, té y chocolate", detalla la microempresaria que trabaja junto a su hermana y una amiga en otro carrito heredado de su fallecida mamá.
Luz Valdés agrega que le va bastante bien, ya que la gente siempre vuelve o la llama para asegurarse un "pancito", que se agotan rápidamente cerca de las 9 de la mañana.
"Me preocupo de la atención y de la higiene, pues todo lo que preparo lo hago pensando que es para mí", señala la emprendedora pinteña.
ORDEN Y PLANIFICACIÓN
Una de las características para que este tipo de negocios funcione es un buen producto.
Luz explica que además de preparar ella misma el pan, planifica su tiempo. Una vez que vende sus sándwiches, sagradamente limpia su carrito, compra todos sus productos "frescos".
"Trabajé muchos años en Iansa en control de calidad, por eso tengo muy claro cómo se hacen bien las cosas", afirma la ex funcionara de la empresa entre 1997 y 2010.
La vida de Luz ha sido sacrificada, no sólo por madrugar cada mañana, sino por su perseverancia para atender su carrito. A esto hay que considerar los fríos otoños y los lluviosos inviernos, en lo que se las arregla para soportar las inclemencias del tiempo y de trabajar al aire libre.
"Busco un lugar para soportar la lluvia o a veces desde algún local nos dejan quedarnos adentro", confiesa.
APOYO EMPRENDEDOR
El sacrificio de Luz también tiene sus recompensas. Cuando estaba iniciando su negocio, supo de nuevas formas de poder conseguir apoyo financiero. Ahí llegó hasta Fondo Esperanza.
"Fue genial, porque los primeros créditos los complementé con mis ahorros y compré este carro", afirma.
Esto le permitió aprender a ahorrar y a ser ordenada con las cuentas.
"Gracias a los microcréditos pude adquirir una congeladora y un auto para trasladarme con los alimentos. Estas son herramientas indispensables para mi trabajo y las obtuve desde que pertenezco a la institución", señala.
"Los conozco a todos y desde el comienzo fueron muy amables conmigo", dice.
Sobre su experiencia en la organización, la cataloga de "increíble"
"Siempre recomiendo a los emprendedores a sumarse, porque a mí me ha servido y he crecido como microempresaria", finaliza.
Esta ayuda ha sido vital para seguir progresando y para afianzar su negocio con una buena clientela, en un sector altamente competitivo.
"Sólo basta a que me llamen al 72038592 para que puedan probar uno de mis desayunos. No se van a arrepentir", afirma la emprendedora de Pinto.