A grandes desafíos, grandes errores
A más de 24 horas del encuentro entre Ñublense y la Universidad de Chile, en el estadio Nelson Oyarzún de Chillán, continuaron las recriminaciones entre el club y el jefe del plan Estadio Seguro por los desmanes ocurridos en el acceso de los hinchas al recinto deportivo. El caos en el acceso fue tal que en un momento 300 hinchas azules se abalanzaron contra las barreras, las sobrepasaron y pasaron por encima de Carabineros, provocando que más de una treintena de personas fueran detenidas y cinco funcionarios resultaran con lesiones de diversa consideración.
Este tipo de hechos violentos no son comunes en Chillán, y en partidos de alta convocatoria anteriores no se habían producido en tal magnitud. A ello hay que agregar que todos los protagonistas estaban "in situ" en el estadio y observaron impávidos lo ocurrido y que tiene ahora al club ad portas de recibir una sanción por los graves desórdenes.
Cabe destacar que, pese a como ocurre habitualmente para este tipo de eventos, la gobernadora provincial Lorena Vera no participó de la tradicional revisión del recinto deportivo, y tan sólo se limitó a acudir el día anterior para dar una entrevista a un canal de Televisión y el día mismo del evento, donde hoy se sabe no se adoptó ninguna resolución preventiva para evitar este tipo de colapso.
Carabineros dispuso como siempre un contingente adecuado y medidas de planificación que evitaron que alborotadores provocaran daños o afectaran mayormente a la propiedad privada.
El jefe del Plan Estadio Seguro, José Roa, culpó ayer a la dirigencia de Ñublense de no haber tenido capacidad de reacción para habilitar más accesos ante la presión de los fanáticos a minutos del inicio del partido. El gerente del club, Hernán Rosenblum, por su parte replicó que a ellos se les cambió la planificación que tenían adoptada para esta contingencia. A todas luces, las culpas son compartidas, más aún cuando nunca antes se había vulnerado la seguridad de esta manera, y tomando en cuenta que el evento se había reforzado con 300 efectivos policiales.
Resulta poco comprensible que hinchas se pasearan por la propia cancha del reducto chillanejo para poder acceder hasta la ubicación de la barra de la "U", vulnerando medidas esenciales de seguridad para el público y los propios jugadores. Sin duda que un castigo solo para el club sería hoy de una injusticia mayor, tomando en cuenta que la autoridad provincial y el jefe de Estadio Seguro, presentes en el lugar, no tuvieron tampoco capacidad de reacción o coordinación como se esperaba de su cargo.