Que el estómago hambriento no tiene oídos, es una de las frases que suena a la hora de sentarse a comer, pero qué hay detrás de los alimentos que ingerimos o cuál es el cuidado que ponemos a la hora de comprar comestibles. Estos son algunos de los temas que fueron revisados desde la realidad local.
Estas materias fueron analizados por expertos en el seminario sobre avances en nutrición clínica, comunitaria e inocuidad alimentaria, que desarrolló la Universidad del Bio Bio (UBB) durante esta semana.
"En Chile tenemos un problema, y es que se nos olvida rápidamente lo que hacemos. Por lo tanto, la información que tenemos nos causa una situación de asombro inicialmente, pero luego pasamos al silencio", explicó el doctor Julio Parra, académico del departamento de nutrición y salud Pública de la UBB.
El investigador agregó que, "creo que en Chile somos de los consumidores más pasivos del mundo, en términos de las situaciones de inocuidad que existen en los alimentos. Generalmente, en esta área hay tres actores relevantes: el consumidor, el Estado que debe controlar y garantizar, y la industria, pero sin embargo, aun cuando el Estado hace su trabajo o no lo pueda hacer tan bien, y lo mismo con la industria, el problema termina recayendo en el usuario o consumidor, que al no ser exigente en términos de calidad e inocuidad de los productos que compra, lo deja pasar".
La denominada inocuidad en alimentos listos para consumo, tales como vegetales, pan, productos de pastelería, entre otros, son muchas veces pasados por alto por el consumidor, siendo éstos muchas veces nocivos para la salud.
"Por ejemplo, cuando la gente adquiere un teléfono, éste indica claramente en su empaque una serie de características, y si no las cumple, las personas inmediatamente reclaman y hacen valer su derecho, pero si esta situación ocurre con un alimento, no sucede necesariamente lo mismo. Hay un problema de desinformación", aseguró Julio Parra.
Otro de los puntos que son tomados en cuenta, por los especialistas, a la hora de comer, es tener la certeza de que los productos que se consumen no harán daño al organismo, algo así como la certificación de que un alimento es saludable.
"Desgraciadamente el tema de inocuidad de los alimentos es muy deficitaria en nuestro país, y en general, las carreras de nutrición tampoco lo incorporan definitivamente. Cuando vi este esfuerzo (seminario de la UBB) me pareció que había que contribuir como fuera, pues se está sentando un precedente", valoró Guillermo Figueroa, tecnólogo médico del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA).
Especial preocupación en el tema del consumo de alimentos son las buenas prácticas de inocuidad en los establecimientos alimentarios masivos, como lo son los casinos, restoranes, hoteles, cárceles o escuelas, donde se preparan alimentos para grupos de varios cientos de personas y donde muchas veces se pasa por alto las reglas del buen cocinar.
"Estamos hace muchos años trabajando en el tema, y desde luego, los mayores riesgos para los consumidores, están cuando van a un establecimiento de alimentación colectiva. Es muy distinto preparar un alimento para cuatro o cinco personas en una casa, que preparar 100 o 200 colaciones de distintas cosas, y por lo tanto, eso hace que los riesgos sean mucho mayores, por lo que se debe establecer un sistema de control muy riguroso, que pasa por enseñar a las personas, pasa por tener facilidades en el sitio donde se procesan los alimentos, y mantener estrictamente controles", aseveró Guillermo Figueroa.
obesidad
Comer bien, para algunas personas, puede representar comer en abundancia, situación que puede desembocar en una obesidad, que en el caso de los niños es una enfermedad que va en alza a nivel nacional.
"La obesidad fue declarada el año 1997 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una enfermedad, pero además, un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares, diabetes, algunos cánceres, artrosis, entre otros problemas en salud", destacó Marcela Ruiz directora del departamento de nutrición y salud pública de la UBB.
La obesidad es una realidad muy prevalente en el país, la cual ha alcanzado el 9.7% en niños menores de 6 años atendidos en el sistema público de salud, y el 25% en la población adulta.
"Chile ha experimentado una serie de cambios demográficos, sociales y económicos, los cuales se han asociado al aumento de la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles, evidentemente relacionadas con la alimentación y nutrición de los chilenos", dijo Marcela Ruiz.
En el caso de las mujeres mayores de 45 años y de menor escolaridad, la prevalencia de obesidad es mayor, según la última Encuesta Nacional de Salud del año 2010.
"En nuestro país, hace un par de décadas, la desnutrición infantil era nuestra principal preocupación, hoy en día por el contrario, la obesidad asociada a la alta ingesta de alimentos no saludables (grasas, azúcar y sal); el escaso consumo de frutas y verduras, el sedentarismo, y estilos de vida no saludables, constituye un tremendo tema a resolver desde un punto de vista multidisciplinario. Contrariamente a lo pensado, la mejoría en el poder adquisitivo alcanzado por las poblaciones de menores recursos, no ha conllevado una mejoría en la calidad de los alimentos ingeridos", advirtió Ruiz.
"Cuando la gente adquiere un teléfono, éste indica claramente en su empaque una serie de características, y si no las cumple, las personas inmediatamente reclaman y hacen valer su derecho, pero si esta situación ocurre con un alimento, no sucede necesariamente lo mismo".
Julio Parra
académico del departamento de nutrición y salud Pública de la Universidad del Bío Bío
Julio Parra, académico del departamento de nutrición y salud pública de la UBB, y quien presentó la ponencia denominada Inocuidad en alimentos listos para consumo, igualmente, se refirió a la nueva técnica de identificación de bacteria Cronobacter, la que analizó durante su estadía en el Pathogen Research Centre, School of Science and Technology de Nottingham Trent University, Inglaterra. El investigador explicó que la bacteria Cronobacter spp y la especie C. sakazakii, ha sido asociada a severas enfermedades neonatales y en particular con meningitis y septicemia en lactantes, siendo la principal ruta de infección la ingestión de fórmulas infantiles de leche en polvo contaminadas y otras como la trasferencia desde la madre o cuidador a través de contaminación cruzada.
Ingrid Acuña Caballero
10,8% de obesidad
se registró entre la población infantil de la provincia durante el 2013, porcentaje que está bajo el 11, 2% de la región, durante el mismo año.
9.7% niños
Menores de 6 años, que son atendidos en el sistema público de salud, son obesos. Esto mismo se repite en la población adulta, pero el porcentaje supera el 25%.