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Joaquín Isla y la tradición familiar de la talabartería

ENTREVISTA. Este hombre de 55 años ha dedicado su vida a la creación de monturas
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Ser descendiente de una tradición familiar, con mucha historia escrita a través de los años, y mantenerla en el tiempo, no es tarea fácil, más aún cuando poco a poco, los diferentes integrantes de la familia, que le han antecedido, han ido falleciendo. Joaquín Isla Opazo (55), casado, 2 hijos, es un hombre que se acrisoló al lado de su padre Joaquín, en el difícil mundo de la talabartería y la elaboración de monturas cuando aún era un adolescente. "Comencé en esto a fines del año 1978, hace ya 36 años", asegura. "Fue un comienzo muy lindo, no lo hice obligado, quería juntar unos pesos para poder salir a bailar, disfrutar la juventud, pero este trabajo me quedó gustando. Antes no había tomado nunca un cuchillo, nunca nos obligaron a trabajar". A pesar de ser integrante de una familia que trabajaba en el rubro, su abuelo Amador, sus tíos Luis, Pancho y su padre Joaquín, nunca se sintió atraído por ello. "Nunca me tiró, nunca me gustó la talabartería, al verla así no me gustaba, al contrario", dijo. . "Me dijo: la idea es que tú sigas estudiando, yo no te obligo, la idea es que tú hagas lo que quieras hacer, porque no hay nada mejor que trabajar en lo que a uno le gusta, él comenzó obligado y al final le gustó, en el caso mío no, pero al final me comenzó a gustar, y seguí, seguí y seguí, no quería parar, ahí me di cuenta que yo estaba hecho para esto".

"Los dejé a un lado, estaba listo para seguir mis estudios en Concepción".

"Sí, me ha sido grato, he tenido muchas satisfacciones". También se siente muy feliz de pertenecer a una familia que ha sabido ganarse el respeto y admiración por el trabajo que realizó durante varias décadas, y que hoy el continúa desarrollando de muy buena manera. "Para mí es un orgullo pertenecer a una familia que tiene un reconocimiento amplio y sincero por lo realizado, porque con los 35 años que llevo en esto, me siento plenamente integrado a lo que es la tradición de la familia Isla. Soy lo que queda de la tercera generación, ya que las dos primeras se han ido, ahora tengo la ayuda de una hermana, que también salió muy buena para este trabajo, ¿qué pasará a futuro?. No sé, porque conmigo se acaba la tercera generación", planteó.

"No muy auspicioso en lo familiar, por parte de mis hijos no lo veo, son profesionales, creo que esto se está acabando". "Hasta el momento sí, esto se estaría acabando, una pena muy grande, porque a nivel nacional, personas destacadas así como era mi padre, han ido muriendo, gente de Las Cabras, Santiago, y otros lados, han fallecido, la talabartería en sí nunca va a morir, pero los trabajos de calidad sí, y desgraciadamente la gente se ha ido adaptando poco a poco a eso".