Las vacaciones son una excelente época para descansar, repararse y realizar actividades que generan placer, bienestar o satisfacción, entre otras, obteniendo como resultado que el organismo a nivel fisiológico se restaura y, específicamente, a nivel psicológico, asimila, reorganiza y significa una etapa cumplida, para así poder proyectarse a la siguiente. Realizar actividades que sean nuevas y diferentes a las habituales que se realizan durante el año produce un cambio neurológico importante que se traduce, entre otros beneficios, en un aumento de la serotonina y dopamina, neurotransmisores cerebrales que son fundamentales en el buen funcionamiento de nuestro cerebro. Las vacaciones también se convierten en una oportunidad de crecimiento personal, ya que pueden ser utilizadas para desarrollar otras áreas de interés, ampliando las posibilidades de explorar y trabajar habilidades en ámbitos deportivos, artísticos, relacionales, espirituales, etc. Desde el punto de vista de las inteligencias múltiples, avalado hoy por las neurociencias, se señala que un cerebro funciona mejor cuando se potencian los talentos humanos, denominados por Gardner como tipos de inteligencias que se complementan: lingüística, musical, naturalística, espacial, kinésica o física, lógico-matemática, interpersonal e intrapersonal, las dos últimas muy populares y desarrolladas más contemporáneamente por la llamada inteligencia emocional (Goleman). El bienestar se puede traducir, por ejemplo, en la sensación de logro personal, alegría, satisfacción, aumento de la autoestima y confianza personal. La tarea está en manos de que cada persona explore y se permita participar en actividades diversas, desafiantes y de su gusto personal, que le otorguen un abanico de habilidades y experiencias que favorezcan un crecimiento personal integral y, además, enriquezcan la relación con otros. El aprendizaje se da en la vida, no en las escuelas como señalan algunos teóricos de las neurociencias, por ende, podemos mirar nuestra propia experiencia como una enorme posibilidad de desarrollo personal. Mientras más numerosas, enriquecidas y diversas sean estas experiencias, tanto individuales como con otras personas, más me permito conocerme, descubrir o desarrollar habilidades, conocer y relacionarme mejor con otros, resolver conflictos, incrementar mi empatía, en definitiva, son múltiples los cambios o beneficios que pueden derivarse de estas experiencias.
Lorena Rodríguez Martínez