Si hay una palabra que de seguro ni usted ni yo quisiéramos escuchar que nos digan, esa sería resignación. Y algo de esto debe haber vivido en carne propia los familiares de Nelson Jorquera, chillanejo que fue brutalmente asesinado, en abril de 2014, por sujetos que había tomado como pasajeros. La sensación de no volver a ver al ser amado, al padre, al hermano, al esposo, simplemente por que así lo decidió un tercero, que actuó con alevosía y ensañamiento, sin la más mínima contemplación, es una herida abierta que no cicatriza. Cómo no empatizar entonces con el dolor de la familia de esta víctima de la delincuencia, que esperaba que su principal agresor fuera condenado a la máxima pena que contempla nuestro sistema penal: presidio perpetuo calificado. Sin embargo, los magistrados del tribunal oral en lo penal de Chillán dijeron lo contrario y estimaron que no se reunían todos los elementos probatorios para conceder esta pena, y en su remplazo condenaron a Luis Yévenes a presidio perpetuo simple. Es decir, el autor material del asesinato deberá cumplir 20 años de cárcel efectiva y solo tras ello podrá recién solicitar un beneficio carcelario. Un segundo implicado, un menor de edad, en tanto, deberá permanecer siete años en internación en un centro cerrado del Sename. Definitivamente no se cumplió el anhelo de la familia de Nelson Jorquera. Su dolor y frustración por esto es comprensible, no obstante sería desproporcionado asegurar que en este caso, no así como muchos otros, la Justicia no actuó y dio una señal categórica frente a un crimen alevoso. Luis Yévenes recibió la segunda pena más alta que considera nuestro sistema penal, merced a un trabajo coordinado entre la fiscalía de Chillán y la Brigada de Homicidios que pudo cerrar uno de los hechos policiales que más impactaron a la opinión pública local. En tiempos en que la justicia es blanco de críticas, precisamente por no ser justa, por fallar, según muchos, en favor de quienes ostentan poder o pertenecen a una clase social determinada, el caso de Nelson Jorquera en algo viene a devolver la confianza en las instituciones y dar una señal potente contra la delincuencia.