Lican Ray (flor de roca)
¡Qué acertado el nombre con que el escritor Mariano Latorre, bautizó uno de sus libros! "Chile, país de rincones". Lo recomiendo a los jóvenes, porque es una manera gratuita de conocer chile y un impulso para que los estudiantes elijan nuestro territorio para programar sus giras de estudio. En mi caso, eso es lo que he hecho, como muchos de mis coetáneos. Días atrás estuve en Lican Ray, un rincón de la Araucanía. Allí apreciamos las extensas playas que bordean el lago Calafquén, donde comprobamos que cientos de turistas de todo el país se solazaban no sólo con el paisaje, sino también con la práctica cultural de nuestro pueblo aborigen.
Casi todas las calles de Lican Ray tienen nombres de caciques o de familias mapuches, que están comprometidos con la construcción de este pueblo, que aspira a ser ciudad turística, teniendo como aval su lago y su entorno, donde Villarrica y Pucón están alcanzando niveles, compitiendo en el caso de Pucón, hasta con el mismísimo prestigio turístico de Viña Del Mar.
Centenares de automóviles vimos en las calles, procedentes del norte y del sur de Chile, donde decenas de cabañas los esperan con sus puertas abiertas.
Conversamos con algunas dueñas de estos sitios turísticos, entre ellas la señora María Angélica Gleisner Saavedra, quien con entusiasmo nos cuenta que los santiaguinos que aquí llegan, son aquellos que les gusta el campo, precisamente porque vienen de una metrópoli con hartas calles pavimentadas y con hartos rascacielos.
Aquí, en cambio, está el polvo, pero en compensación la calidez de las casas de madera y la posibilidad de caminar por las calles con chalas y con vestimentas, que difícilmente usarían en playas más exigentes. Esto vale para los niños y para adultos de todas las edades. Ella lo dice con conocimiento de causa, porque tiene residencia en Santiago y en el verano viene a atender su cabaña y paralelamente a gozar de este regalo que le ofrece la naturaleza. Eso nos cuenta, mientras nos invita a pernoctar en su cabaña, en Millañanco 320.
La presencia de los lugares urbanos, la encontramos también en su Plaza de Armas, presidida por el monumento de O'Higgins, en uno de cuyos rincones, los vecinos han instalado unas máquinas para que niños y adultos mayores y menores, fortifiquen sus músculos, enriquezcan su fuerza y conquisten y mantengan la flexibilidad del cuerpo. En otro rincón de la plaza hay mesones con libros y mesones con alimentos y bebidas. ¡Todo un acierto vecinal!
Por Carlos René Ibacache I.