El esfuerzo y entusiasmo de María Alejandra por conseguir su propio taller
confección. Esta emprendedora chillaneja quiso ayudar a su hogar con sus estudios en tejido industrial y desde hace un tiempo se dedica a la confección de uniformes.
A pesar de su timidez, María Alejandra Monsalve Molina es risueña, cariñosa y empeñosa.
Nacida y criada en Chillán, esta madre de un niño y una pequeña, sueña con un taller de costura, bien formado y con gente que le ayude.
Un anhelo que se ha ido convirtiendo en realidad gracias al aporte de grandes aliados.
CONFECCIONES
La historia de este emprendimiento se gesta desde la época escolar.
María Alejandra cursó su enseñanza media en el Liceo Técnico de Chillán, donde se especializó en la modalidad de tejido industrial.
Años más tarde, esta emprendedora chillaneja quiso cooperar con la economía de su hogar y para ello no lo pensó dos veces y decidió seguir el camino de la confección.
A poco andar aprendió a hacer más que chalecos.
Si bien la asociación con su hermana -quien estudió vestuario- iba bien, quiso continuar sola.
"Hace más de ocho años que tengo este taller en mi casa", sostiene orgullosamente esta emprendedora que vive en el sector oriente de la capital de Ñuble.
Ese tiempo le ha permitido crecer y hoy María Alejandra Monsalve produce uniformes de colegio.
EMPRENDEDORA
Todo emprendimiento tienes sueños, esfuerzo y entusiasmo, pero también requiere de un capital inicial para concretarlo.
Entre todas ideas de financiamiento que surgieron y que escuchó de sus vecinas, una que le pareció muy interesante fue formar un banco comunal, tal como lo han hecho muchas otras mujeres en esta comuna.
Primero llamó a sus ex compañeras. Luego buscó entre sus vecinos y, finalmente, dio vida al Banco Comunal (BC) "El Amanecer".
Un grupo que semanalmente se reúne en la casa de esta emprendedora chillaneja. "Necesitaba capital para comenzar a trabajar el material y hacer más. Al principio fueron dos o tres clientes", señala María Alejandra.
Desde febrero de 2012 que su anhelo se ve cada vez más cerca.
Ese año fue el que decidió ir un poco más allá en su emprendimiento. Decidió entrar a Fondo Esperanza y formó su BC.
"Ahora gracias a esa ayuda tengo más", afirma.
Un avance que pudo hacer porque logró comprar máquinas.
También pensó en una overlock, la que le otorgará mayor velocidad en sus entregas y un mejor terminado a cada una de las piezas.
"Ha sido una ayuda bien grande porque de primera trabajaba así no más. Ahora todo lo hago con más responsabilidad porque quiero salir adelante", indica.
Más allá de la experiencia que ha ido obteniendo en su taller, el tiempo integrada a FE le ha supuesto un crecimiento en lo profesional, económico y personal.
"He ayudado harto para mi casa y en lo económico a mi esposo. Lo mejor es que no descuido a mis hijos que están estudiando", dice María Alejandra.
Han sido muchos meses de esfuerzo, constancia y mucha responsabilidad.
Todas ellas, características que la definen completamente, como emprendedora, entre risas , timidez y sacrificio.