Hoy es Domingo de Resurrección, y los cristianos celebramos el paso de Cristo de la muerte a la vida, el gran evento que le da sentido a nuestra fe. Es sugestivo constatar en las escrituras que las mujeres son las primeras que anuncian que Cristo ha resucitado, incluso antes que los Apóstoles. En la historia posterior de la Iglesia, siempre han tenido un lugar y misión especial en la comunidad cristiana, en los más diversos servicios y ministerios. Por su feminidad tienen una particular sensibilidad religiosa y humana, se inclinan naturalmente a proteger la vida, al cuidado de los más débiles, con fortaleza de espíritu. La mujer está llamada a ser el sol de la familia y de la sociedad. Anunciar el gozo de la vida, como un regalo y un don, de la que ella se hace portadora.
Esta pascua de resurrección del 2015, paradojalmente, hombres y mujeres, celebramos la vida bajo la "amenaza de muerte" que nos presenta el proyecto de ley que intenta despenalizar el aborto en Chile. En vez de acrecentar esfuerzos para construir una sociedad que valore y respete el derecho a la vida, favoreciendo una existencia familiar digna, donde no falte la buena educación para todos, se respete la libertad religiosa, se garantice el derecho a salud, a un trabajo digno, justamente remunerado, el proyecto del ejecutivo amenaza con legalizar el asesinato del ser más desprotegido del mundo: el que está por nacer, creciendo y desarrollándose en el seno de su madre.
No podemos negar que en las tres causales invocadas por el proyecto de ley son dramáticas y conducentes a gran dolor humano, sobre todo de la madre y la familia. Pero son excepcionales y el aborto, que mata, en ningún caso aporta sanación, pues nunca es terapéutico. Chile es uno de los países con menos muertes por aborto, y de los pocos que no lo han legalizado en el mundo. Si la ley se aprueba, no vamos a ser ni mejores, ni más desarrollados, por el contrario la sociedad toda va a perder al negar un absoluto moral imprescindible.
Esta pascua 2015, más que nunca la mujer está llamada a denunciar que el aborto es muerte, no "prestación de salud", que la persona engendrada no es una cosa o un enemigo, es un ser humano que, como todos nosotros nacidos ya, tiene una vida por delante, la que nadie tiene derecho a arrebatar.
Carlos Pellegrin Barrera,