La conmemoración de este 1° de mayo estuvo marcada por la reforma sindical que impulsa el Gobierno en el Congreso y que recoge las demandas históricas de la CUT y de un importante sector de la izquierda. Sin atender las propuestas y la visión de amplios sectores productivos, particularmente del comercio y las pymes; de especialistas y de organismos como la OCDE, el Gobierno se ha empeñado en seguir adelante con la reforma sindical ingresada al Congreso en enero. La iniciativa se está votando en particular en la Comisión de Trabajo de la Cámara y la mayoría de las indicaciones que patrocinó el Gobierno responden a demandas de la CUT, gremio que ha actuado como co-legislador y que estimaba que la propuesta original no era lo suficientemente fiel con sus aspiraciones.
El proyecto esta focalizado en fortalecer el sindicalismo y nada dice de la creación de nuevos empleos o aumentos de productividad para mejorar salarios, no considera que por ejemplo dentro del empleo asalariado creado en los últimos 13 meses, se observa una preocupante tendencia hacia la precarización de los puestos de trabajo.
Si en el período 2010-2014 la totalidad de los empleos creados tenía un contrato de trabajo escrito, en los últimos 13 meses el 33% no tiene contrato, lo que equivale a 32 mil personas. Por otro lado el gobierno no asume que el peor empleador del país es el propio Estado que tiene a miles de trabajadores a contrata y honorario durante años sin regularizar dicha situación. Como sucedió en la reforma tributaria el gobierno escucha solo a sus partidarios y la oposición de los pequeños empresarios generadores del 80 % del trabajo son denunciadas como una nueva campaña del terror.
La reforma, que no cuenta con respaldo transversal, como insiste el Gobierno, transgrede la libertad de los trabajadores para optar por sindicalizarse, al marginar de los beneficios que se negocien a quienes no estén afiliados al sindicato. Asimismo, las normas que impiden el reemplazo en huelga, amenazan la entrega de servicios esenciales para la población y la supervivencia de pequeñas empresas.
Decepciona que el Gobierno haya optado por una reforma inspirada en demandas de un gremio, y no en las aspiraciones de la mayoría de los trabajadores chilenos, tanto los que cuentan hoy con un empleo, como aquellos que buscan una oportunidad. A casi 14 meses de mandato, la Presidenta Bachelet no se ha pronunciado, por ejemplo, respecto de la reforma a la Sala Cuna, factor considerado como clave para la incorporación de mujeres al mercado laboral y el estatuto laboral agrícola que defiende los derechos de las temporeras duerme en el congreso por el solo pecado de ser iniciativa del gobierno anterior.
Frank Sauerbaum,