Una buena evaluación tuvieron los agricultores que participaron como beneficiarios directos del proyecto "Prácticas alternativas al uso de fuego en rastrojos en la Región del Biobío", financiado por el gobierno regional del Bío Bío y ejecutado por INIA por mandato de Conaf.
La iniciativa, que se desarrolló en un plazo de tres años, se llevó a cabo en las localidades de San Ignacio, Cañete y Yumbel, con tres módulos en cada zona y se amplió a todas las comunas de la provincia de Ñuble, a petición de los productores que quisieron implementar la transferencia de tecnología que apuntaba a mantener parte del rastrojo en el suelo e incorporarlo, así como a usarlo de manera productiva en el predio, tanto para alimentación animal como para la fabricación de compost.
Rodrigo Avilés, director regional de INIA, destacó que el proyecto además de ser un desafío para las dos instituciones participantes, tiene un gran impacto ya que la octava región es la región donde se produce la mayor cantidad de quemas agrícolas, y dentro de la región, la provincia de Ñuble lleva la delantera.
"Pero hay agricultores que ya se han incorporado a la disminución del uso de fuego como herramienta de manejo agrícola y nos dieron el pie para identificar otras iniciativas que se pueden desarrollar en el futuro, por lo que los desafíos que nos plantea este trabajo es hacernos cargo de los requerimientos de los agricultores", afirmó.
Jorge Morales, director regional de Conaf, puntualizó algunas cifras, destacando que casi el 45 por ciento de las quemas agrícolas y forestales de Chile se producen en esta región, la mitad en la provincia de Ñuble y la mitad de éstas en El Carmen.
"En el tema de las quemas controladas, hace algunos años cuatro de 10 incendios forestales era producto de quemas que se arrancaban; hoy solo el 7 por ciento de los incendios forestales son por quemas. Uno de nuestros objetivos ciertamente es evitar incendios, pero otro resultado de las quemas es la producción de material particulado, por lo que tenemos que tener una cultura nueva en que disminuyamos las quemas agrícolas y forestales con el objetivo de enfrentar el cambio climático", comentó.
Morales destacó que en el rubro forestal, el 90 por ciento de las empresas están certificadas, por lo que la práctica del uso del fuego está en desaparición.
"Queda por establecer un nuevo pacto con los agricultores, este proyecto es una demostración que es posible no usar el fuego, que es posible una rotación adecuada para la sanidad agrícola y que es posible tener usos alternativos al uso de fuego", acotó.
"La agricultura tiene retos a nivel nacional e internacional muy importantes, y entre éstos, está el manejo de rastrojos", indicó Carlos Ruiz, investigador de INIA y economista agrario a cargo del proyecto.
El tema de los rastrojos está presente en la quema incompleta y la producción de material particulado, está presente en la degradación de los suelos, cuando se dejan los suelos descubiertos.
"Hay problemas con las enfermedades y los combustibles, por lo que aparece en algunos países la idea de generar biocombustibles y una demanda cada vez más creciente del uso de alimentos", dijo.
El programa hizo 800 visitas técnicas a 200 agricultores. En manejo de rastrojos, se realizaron siembra sobre rastrojos y siembra sobre rastrojos incorporado al suelo.
Los rendimientos el primer año fueron similares para tratamiento sin quemas y con quemas. Se trabajó con un sistema de rotación de cuatro cultivos y rotación de cultivos con praderas y un sistema de ganado y cultivo, donde se obtuvieron mejores rindes en trigo con el rastrojo sobre suelo, con promedios de uno y dos años.
En el lupino, rindió más cuando estuvo sobre rastrojo mezclado con el suelo.
En el manejo de ganado estabulado, se usaron raciones con paja de trigo, lupino, minerales y agua a discreción, así como otras mezclas, con un valor que sobrepasó ligeramente los 700 pesos por animal, con una ganancia de peso que en promedio era de un kilo por día.
También se usó la paja para el establecimiento de camas calientes, que posteriormente se usaron como materia prima para la fabricación de compost.