Chillanejos, ¡se ha ido Rogelio de la Fuente!. Ha fallecido en su segunda patria, México, suspirando por la primera, Chile. Los vientos de Ñuble nos soplan distinto en estos días, porque uno de los grandes de nuestra tierra ha cerrado los ojos y ha emprendido el vuelo de los justos hacia el Jardín del Edén.
Chillanejos, ¡Se ha ido Rogelio!, uno de los reconocidos médicos de los pobres, de los ciudadanos humildes, de los necesitados. Nació aquí y aquí se desarrolló, con la sensibilidad social a flor de piel, con la consecuencia en su accionar permanente, con la verdad como bandera. Nació chillanejo, estudió en la Escuela 1 -hoy Juan Madrid- y en el Liceo de Hombres -hoy Narciso Tondreau-. Fue Presidente de la Federación de Estudiantes de Ñuble, demostrando su tremenda capacidad oratoria, su formación sólida desde joven y, por sobre todo, su convicción política socialista. Luego saltó a la U, para estudiar medicina. Pero, además de obtener su título en forma brillante, se entusiasmó con la investigación y se desarrolló en aquella faceta a pesar de su juventud.
Obtuvo numerosos reconocimientos de sus pares. Sin embargo, eso no le preocupó demasiado. Por eso se vino a Chillán y ejerció la medicina con apellido, la medicina social. A poco andar le llegó mi hermano Raúl, como refuerzo en tarea tan silenciosa como noble. Y se convirtieron en médicos hermanos. En marzo de 1973, fue elegido diputado al obtener 18.453 votos. O sea, el 22,42% de los electores ñublensinos votaron por él y lo elevaron a las instancias legislativas. Pero no pudo cumplir con quienes le confiaron sus ilusiones, porque debió asilarse tras el golpe de estado. Y en octubre de 1973 salió al exilio, hacia el México de sus amores, donde también sembró sus genialidades y desde donde no pudo regresar más.
Hombre con ideas brillantes, con acciones consecuentes, hermano más que amigo, vino algunas veces por aquí "para arreglar papeles", nos decía…Pero, nosotros sabíamos que venía a oxigenarse de amor por su tierra, y a oxigenarnos del Rogelio de los afectos. Porque él nos necesitaba y nosotros a él. Hoy en Chillán lloramos en silencio por su partida lejana en la geografía y cercana en el corazón. Y llora Chillán porque no le olvida. Ni le olvidó jamás. ¿Cómo olvidar a hombres tan comprometidos, tan generosos, tan destacados…? Galenos que le dieron lustre a su profesión. Y que prestigiaron a la tierra que les vio nacer y donde hoy germinan también silenciosos, los frutos sembrados.
Miguel Ángel San Martín, Periodista.