En Chillán resulta difícil encontrar alguna obra, construcción o infraestructura de más de 75 años. Cada siglo, esta ciudad ha debido ser reconstruida, tras los destrozos causados por los terremotos. O sea, patrimonios materiales tenemos pocos y, los que hay, debemos cautelarlos con el máximo interés para graficar nuestra Historia.
Tras este en breve enunciado, se comprenderá entonces por qué estamos defendiendo al viejo puente de madera de Confluencia. Y que debemos preservarlo como un hito de la férrea voluntad de nuestros campesinos, que le doblaron la mano a la naturaleza y construyeron un puente que permitió el paso de la gente de la zona, abriendo una vía importante y necesaria.
Fue levantado hace más de sesenta años. Y fue por iniciativa popular, por voluntad de la gente sencilla de aquellos lugares, movilizada en aras de su desarrollo, de su progreso. Con asesorías primarias y con esfuerzo titánico para la época, lo levantaron con sudores y lágrimas, clavando los clavos con martillos de ilusiones. Crecieron los lugareños y creció la comuna en su conjunto.
Aunque la naturaleza les ha jugado varias pasadas con los terremotos, una y otra vez, esta obra de ingeniería popular ha sido mantenida en servicio. La última reparación, en el 2010, tras el terremoto del 27 F. Quedó tan firme, que los propios camiones que llevan materiales para la construcción del puente nuevo, circulan por allí, sin problemas. Y también los que llevan maderas para las forestales. O sea, no está a punto de colapsar ni es un peligro público.
Los argumentos técnicos y los económicos, chocan entonces con los argumentos de la Historia. Porque este puente de madera que con sus 521 metros de longitud, es además el más largo de nuestro país en servicio activo. Y eso, también es valorable. A nuestras autoridades les pedimos que se informen, que se interioricen sobre el significado que tiene para la gente de nuestros campos. Que analicen su valor patrimonial y que luchen por conseguir los recursos suficientes para convertir el Puente de Confluencia en el monumento a los esfuerzos de la gente sencilla de las profundidades de nuestros campos.
Si así lo hacen, comprenderán por fin el por qué surge de las entrañas del campesinado un movimiento cultural tan fuerte y ejemplar, en defensa de esta obra erigida por la iniciativa de un pueblo que sufrió las consecuencias del terremoto del '39.
Miguel Ángel San Martín
Periodista.