La miel representa uno de los productos chilenos que ha mostrado una importante tendencia al crecimiento en sus exportaciones en el último tiempo. Cifras dulces que hablan de un aumento en un 35,4% durante el primer semestre de este año en comparación con 2014 y cuyo valor creció 43,1% en el mismo período, alcanzando US$ 27 millones FOB y un precio promedio de US$ 4,03 por kilo.
Este panorama mantiene a Chile en un expectante lugar 21 a nivel de producción mundial, la mejor ubicación desde su participación en el mercado global de la miel, mientras que las posiciones de avanzada son lideradas por China, Argentina y Nueva Zelanda.
Los grandes consumidores de miel chilena están en Europa. En efecto, el 97,8% de nuestras exportaciones tienen como destino la Unión Europea que se lleva casi toda nuestra producción.
Aquí vale la pena detenerse y sacar lecciones de lo que ha ocurrido con nuestro cobre, toda vez que China, su mayor comprador, ha caído en desaceleración económica y ha disminuido su demanda por este producto. Entonces, a la luz de esta experiencia, es necesario abrir nuevos mercados para la miel y diversificar su "cartera de clientes", y de esta manera disminuir el riesgo de dependencia comercial. Además, los pequeños apicultores pueden aprovechar la oportunidad de sumarse a las exportaciones mielíferas a través de la asociatividad; un concepto muy poco aplicado entre los pequeños productores, pero que es una de las mejores maneras de poder llegar a mercados internacionales, los que individualmente son muy difíciles de abordar, por costos, por conocimientos y por oportunidades. Pero la población de abejas va disminuyendo en el mundo, producto de una serie de factores como, el abuso de pesticidas, fungicidas y herbicidas que se aplican a los cultivos, el cambio climático, el aumento general de la sequía y el avance de la desertificación. Ello obliga también a trabajar más a las abejas para conseguir el alimento lo cual acorta considerablemente su vida. Es más, en Alemania se está estudiando la influencia de las antenas de telefonía celular en la sobrevivencia de las abejas.
Chile todavía se encuentra en una muy buena posición respecto de una serie de amenazas para esta especie en el planeta. Si bien la gran cordillera de Los Andes, por ejemplo, sirve de pantalla protectora para las abejas, es necesario contribuir a multiplicarlas, con tecnologías y cuidados necesarios para que nuestros apicultores y sus familias sigan disfrutando de sus dulces beneficios. De lo contrario, no solo perderemos un negocio, sino que algo mucho más valioso pues, según se le atribuye a Albert Einstein, "si la abeja desapareciera de la superficie de la Tierra, entonces el hombre sólo tendría cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni plantas, ni animales, tampoco humanos".
Sergio M. Urrutia Donoso, Docente Facultad de
Ciencias Económicas y Administrativas, Universidad Central.