Para las chillanejas Emprender no tiene edad ni límites
PROGRESO. Roxana Lizama y María Urrutia tienen edades muy distintas, pero ambas han luchado por salir adelante con sus emprendimientos, por sacar a flote a sus familias y aportar ingresos a sus hogares.
Cuando emprender se vuelve la única alternativa, la edad, la razón o cualquier otro factor no importa. Cada día son más los chillanejos que se independizan y se la juegan por sus propios proyectos, por perseguir sus sueños, pero generalmente hay un patrón que se repite: todos desean mejorar su calidad de vida, tener más tiempo para pasar con su familia, ser sus propios jefes y estabilizar la economía del hogar.
Sin embargo, no es necesario tener una edad determinada para comenzar tu propio camino, no importa si eres muy joven o eres de una edad avanzada, lo importa es que tengas las ganas.
A veces, ni siquiera es necesario tener experiencia en administración para poder comenzar a generar tus propios recursos con lo que te apasiona o con lo que simplemente puedes llevar el pan a su hogar.
Así, surgen las historias de dos mujeres de esfuerzo. Ellas son de edades completamente distintas, pero ambas han logrado sacar adelante sus emprendimientos, manteniéndolos durante el tiempo, consiguiendo generar recursos económicos, además de permitirles no quedarse encerradas en casa y contar con la confianza de que con esfuerzo se puede llegar muy lejos si así se quiere.
Uno de estos ejemplos en Chillán es el de Roxana Lizama, una joven emprendedora de 24 años que decidió innovar tras quedar embarazada de su segundo hijo, debiendo postergar sus estudios de Derecho para dedicarse cien por ciento a ser mamá. Así nació "Mimitos, amor de mamá", una tienda virtual que ofrece portabebés ergonómicos, accesorios y baberos con diseños originales, todo destinado a las mamás que quieren hacer su vida un poco más fácil y cómoda, y qué mejor que de alguien que tiene la experiencia a tan corta edad con dos pequeños.
"Me puse a pensar en cómo podía generar dinero para apoyar económicamente en mi hogar. Así que surgió la idea de vender productos para niños, sobre todo porque con los míos descubrí que hay muchas cosas de uso infantil que cuesta adquirir, sobre todo en regiones", manifestó la joven madre.
Cuando uno de sus cercanos la vio iniciando su proyecto, la invitó a formar parte de Fondo Esperanza (FE) en Chillán. "No lo dudé ni un minuto, porque empecé con un capital muy pequeño, así que gracias a los microcréditos podemos funcionar sin problemas", destaca.
A corta edad, Roxana es una de miles de mujeres que debe compatibilizar su trabajo, su casa y sus pequeños. "Puedo ser independiente, lo que me permite cuidar a mis hijos y trabajar desde mi casa", indicó.
En el centro de la comuna, María Urrutia -de 50 años- divide sus actividades en artesanías, servicio de peluquería y recarga de teléfonos, todo un mix que le permite salir adelante mes a mes. Esta empeñosa madre de tres hijos ha sacado adelante a su familia, dedicándose a la creación de piezas decorativas en decoupage y pintura sobre tejas, cajas y cuero, destacándose por grandes trabajos hechos completamente a mano.
Todas son mujeres que han sorteado los obstáculos que a cada una le ha puesto la vida.
A pesar de que Roxana tuvo que congelar sus estudios para dedicarse a ser madre y María debió reinventarse luego de participar en distintas actividades comerciales, ninguna ha dado pie atrás y han sabido potenciar sus capacidades, administrar sus emprendimientos y mantenerlos en el tiempo. Dos grandes ejemplos de que querer es poder.