Secciones

Condenan a 5 años y un día de presidio efectivo a autor de robo

POLICIAL. Edgardo Monsalve Villamán fue inculpado del delito de robo con violencia ocurrido en el mes de marzo en Yungay.
E-mail Compartir

El Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Chillán condenó a Edgardo Monsalve Villamán a la pena efectiva de 5 años y un día de presidio, en calidad de autor del delito de robo con violencia, ilícito perpetrado el 9 de marzo pasado, en la comuna de Yungay.

En fallo unánime, el tribunal -integrado por los magistrados Marcela Ramírez, Óscar Ruiz y Edgardo Pinto- aplicó además a Monsalve Villamán las penas accesorias de inhabilitación absoluta perpetua para cargos y oficios públicos y derechos políticos, inhabilitación absoluta para profesiones titulares mientras dure la condena, y al pago de las costas de la causa, en calidad de autor del delito de robo con violencia, en grado de consumado, en perjuicio de Domingo Alfredo Vargas Flores.

La resolución que dio por acreditado que "la noche de los hechos el acusado, en compañía de otros sujetos, actuando con ánimo de lucro y contra la voluntad de su propietario, interceptaron a la víctima, intimidándolo primeramente el encartado con un palo, exigiéndole la entrega de dinero, para seguidamente agredirlo con tal elemento en la cabeza, apropiándose los hechores de dinero y de un teléfono celular del afectado. La referida violencia, constitutiva de malos tratamientos de obra, tuvo por objeto impedir la resistencia u oposición a que se quitara el dinero y la especie, y lograr la impunidad, delito que se encuentra en grado de consumado, toda vez que los hechores cumplieron su designio delictivo, sacando de la esfera de resguardo de su propietario lo sustraído", señala el fallo.

La historia detrás del sancarlino que devolvió $2 millones

SACRIFICIO. José Acuña Sepúlveda, conocido como "El Pescado chico", es temporero y lo marca una vida humilde. Un caso singular cuando hoy se habla de corrupción y colusión.
E-mail Compartir

El 17 de noviembre pasado, José Acuña Sepúlveda (46) circulaba en su bicicleta entre Riquelme y calle Serrano en San Carlos. Se dirigía a su casa en la población General Parra después de haber conseguido un pequeño "pololito" para juntar "unas luquitas".

En el trayecto, justo frente al Banco Santander divisó en la vereda un paquete extraño. Al acercarse se dio cuenta que era un fajo de 100 billetes de 20 mil pesos. Ante su asombro ingresó al banco y avisó sobre su hallazgo, sin embargo, lo conminaron a dirigirse a Carabineros. Llamó a su papá y éste le insistió que fuera a la comisaría, lo que hizo de inmediato.

"Llegó temeroso a la comisaría, asustado, entregó el dinero y nosotros lo hicimos llegar a las autoridades correspondientes. Estas cosas no ocurren de manera habitual, por eso resaltamos la honestidad de este vecino y es importante que la ciudadanía sepa que hay gente que piensa en el bien común y no tiene intereses particulares", relata el capitán de Carabineros de la Primera Comisaría de San Carlos, Diego Valenzuela.

El dinero posteriormente fue rotulado y enviado a una cuenta formal del Juzgado de Policía Local. Del dueño del dinero no se conoce formalmente si lo recuperó, aunque versiones de vecinos de la comuna aseguran que pertenece a un trabajador de la zona.

Marcado historial

El accionar de "El Pescado chico", como lo conocen sus cercanos y amigos, no es menor, no solo por la buena acción realizada, sino por el historial de vida de Acuña Sepúlveda.

Es el mayor de cuatro hermanos y vive de manera humilde junto a sus padres. En su casa, un espacio reducido, solo decorado por un par de muebles, también habita su hermano César (36), quien hace cuatro años sufrió un aneurisma cerebral y está postrado, casi sin movimiento y sin habla.

Su madre Rosa lo cuida todo el día y debe costear los fármacos que salen del bolsillo del jefe de hogar, José Acuña Carrasco ("El Pescado grande"), quien recibe una pensión de 80 mil pesos.

Acuña Sepúlveda estudió hasta primero medio, luego desistió porque prefirió trabajar de temporero y sacando camarones en invierno. Durante largas jornadas acompañaba a su padre a retirar escombros cerca de un río, por eso el apodo de "El Pescado". De pequeño fue buena gente, recuerda su madre. Incluso en su niñez acompañaba a su familia a los "cultos" de la iglesia evangélica. Años más tarde se alejó de la religión y prefirió acercarse de vez en cuando "al trago", asegura su madre.

Pero a pesar de estos "vicios", "El Pescado chico" es bien querido en el barrio.

"Cuando encontró la plata yo le dije que la entregara altiro porque de chico le enseñé a ser honesto. Fue con mi marido a entregar el dinero. Yo los crié así a mis chiquillos ", dice Rosa Sepúlveda.

"Yo sabía que no era mi plata y por eso la dejé altiro en el banco", interrumpe Acuña, mientras su madre recuerda sus inicios en la escuela 101 y en Sagrado Corazón.

"Cuando iba a la escuela, en la mochila llevaba alimento y de vuelta se la revisaba porque yo era clara que no podía estar recibiendo ni sacando otras cosas que no le corresponden", relata su madre Rosa. "Nosotros destacamos la buena actitud de mi hijo, entregar un dinero que no nos pertenece a nosotros era lo que había que hacer y eso me deja tranquilo", apunta el papá de Acuña Sepúlveda.

La familia de "El Pescado chico" vivió por años en una toma de terreno y posteriormente llegaron a vivir a la población General Parra.

Sus vecinos destacaron también las virtudes de la familia a pesar de las carencias económicas. "Era mejor que lo devolviera, pues es lógico que quien perdió el dinero lo estaba pasando mal. Yo llevo tres años en este sector y puedo decir que son unas personas muy honradas, son gente humilde, con necesidades y ellos siempre miran por el bien de los demás", contó María Cofré, dueña de un almacén de barrio.

"El Pescado chico" está a la espera del 1 de diciembre para entrar como temporero a la cosecha de frambuesas camino a Monte Blanco, y por estos días se las arregla limpiando sitios eriazos y pastizales de algunas casas para lograr algo de dinero para el día a día.