el chileno álvaro Bisama fue elegido por el hay festival como uno de los 39 escritores menores de 39 años más importantes de américa latina.
En "Televisión" hay una mujer que se quiere inmolar frente a un canal de TV porque no le perdonaron sus deudas. También hay una estrella de televisión caída en desgracia que le come el rostro a un mendigo. Y el mismo Pollo Fuentes convertido en súper héroe de la vida real. Toda la trama está dividida en pequeños cuadros cinematográficos y fue sacada por Bisama de las páginas de espectáculos de los diarios y de la programación basura de la televisión nacional. Las mismas noticias también inspiraron la escritura de esta especie de Apocalipsis de pantalla.
Bisama ha sido finalista del Premio Altazor y por su novela "Ruido" ganó el Premio Municipal de Literatura de Santiago. Hoy es el director de la Escuela de Literatura Creativa de la Universidad Diego Portales.
Lo que no sabíamos de Álvaro Bisama es que no tiene la hegemonía sobre el control remoto. Hay alguien en su casa que cambia la tele de canal. Y no es él.
- Pones en la dedicatoria: "Para Carla, que ve tele conmigo". ¿Cuánta tele ven juntos?
- Nos acostumbramos a ver tele de modo más o menos natural, como un ruido de fondo. Nunca he contado las horas. No me preocupa. Hay épocas en que vemos más tele local. Hay momentos en que no. Hay días en que todo nos parece inverosímil e irreal, como algo puede ser tan malo, delirante o carente de sentido. Nos reímos muchísimo.
- ¿Quién tiene el control remoto? ¿Ella? ¿Tú?
- Ella. Me gusta su mirada, que se detiene en ciertas cosas con precisión. Yo me pego con el zapping.
- ¿Qué programas de la tele veías cuando chico?
- Lo que vio la gente que tiene mi edad. La programación de UCV. Monos animados japoneses, cosas como Mazinger (que acá censuraron por alguna pelotudez impresentable), Transformers, Robotech, videoclips. Nada muy distinto del resto. Harto Cine en su Casa, donde pasaban cosas en blanco y negro, o películas como "El hombre con visión de rayos X", o clásicos de Jerry Lewis, como ese donde tenía un pez espada atravesado y hacía un racconto de su vida. Siempre me gustó eso, ese cine que no le importaba a nadie pero que seguía en una suerte de rotación eterna y que de pronto lanzaba algún clásico perdido, alguna cinta bizarra que te quemaba el cerebro.
- ¿Qué lugar ocupa la tele en las casas de las familias chilenas?
- Me imagino que la tele es a veces es una persona más. O una ventana hacia un paisaje que no existe. O una excusa para hablar, pasa saber del mundo. O una voz de otro planeta. O una especie de murmullo que no se detiene, pero que permite percibir el transcurso del tiempo.
-¿Cada cuánto tiempo te desconectas de la tele y "bailas a oscuras en el living"?
-Siempre. No tenemos tele en el living. Ahí leo o escribo. Los momentos de silencio son importantes, pero duran poco porque me aburro fácil.
- ¿Hace bien o mal la tele?
- No tengo idea. Sé que hay un momento en que sobreviene el hastío, en que sientes que te enfermas físicamente, como si las imágenes te intoxicaran. Pero no sé. Siempre me pareció patéticamente divertido ese rollo a lo Pablo Huneeus contra la televisión y su justificación con unas citas científicas más que chantas, llenas de lugares comunes, esa clase de pilarsordismo medio pinochetista, lleno de desprecio por la cultura popular. En esa lógica cuyos prejuicios duran hasta ahora y no solo con la tele sino con la historieta o la literatura. Hay algo delirante ahí que lee con un trazo grueso algo que en realidad es múltiple, que es mutante, que es diverso.
- ¿Cuánta literatura hay en las portadas de los diarios?
- Poca. Mucha. Nada. Depende del día y del lugar. Mientras más se aleja la prensa de Santiago más delirante se pone. Los titulares se vuelven apocalípticos, se llenan de plagas y de catástrofes, de ovnis, de asesinatos macabros, de satanistas de provincia.
- ¿Es el Pollo Fuentes un súper héroe?
- Fuentes es una categoría en sí mismo. La historia que puse de él en el libro es real, aunque se me pasó un dato. Era su época en Mega, cuando ya venía en baja. Eso es importante y le da un aura bien trash al asunto.
- ¿Qué significa "la fama monstruosa" de Edmundo Varas ?
- No mucho. Ahora mismo es algo que quedó en el pasado. Porque lo de Varas es una fábula, un cuento de hadas, una película secreta. Se trata de alguien que se inmoló o fue inmolado en aras de una fama que lo sobrepasó, de una celebridad que lo quemó. Su historia es a la vez tierna o pesadillesca y simboliza de modo extremo a una generación de personajes que vieron que su futuro pasaba por estar en pantalla aunque ellos mismos no supieran específicamente qué hacían ahí. Pero esa es la promesa que hace la tele a veces, algo que es como un salto al vacío, una suerte de utopía privada que puede tener costos devastadores.
- ¿De qué se trata la dignidad chilena del Compadre Moncho?
- Es una ubicuidad casi milagrosa que se transforma en una especie de republicanismo sordo y casi opaco, al modo de una leyenda no enunciada, como si se tratase de imágenes que van quedando atrapadas en la memoria y crecen ahí a solas, hasta que podemos entender su significado.
- Las noticias: ¿Te perturban o te dan risa?
- Las dos cosas. La culpa la tienen los de Aplapac. Desde que lanzaron "31 minutos", todos los noticiarios me terminan pareciendo programas de títeres. No exagero: hace unos días en el canal de noticias de TVN hacían el recuento del año pasado y tenían de entrevistados a Jorge Pizarro y a Ernesto Silva, dos personajes cuestionados por los aportes truchos a campañas electorales, entre muchas cosas. Pero los dos hablaban campantes y felices, como chanchos en el barro y el periodista no los apretaba de ningún modo. A mí me perturbó verlos, pero no dejé de pensar de que se trataba de una comedia donde todos eran marionetas, una cosa impresentable que solo podía provocar una risa nerviosa
- ¿Cómo será la televisión del futuro?
- No tengo idea, pero te aseguro que Mario Kreutzberger va a tener uno o dos o diez mil programas en ella.
- Para nada. Al contrario, me importa bien poco, la verdad. Lo leo como símbolo, como signo de los tiempos. De hecho, hay días en que creo que ni siquiera existe y es una alucinación colectiva.
- ¿Qué le hace la tele a la gente que trabaja en ella?
- No lo sé. Supongo que los hace pensar que es lo único que hay en el mundo, que es lo único que importa. Pero creo eso es lo mismo que pasa con la literatura o la política. Solo que en la tele se nota más esa desconexión porque hay en ella una fantasía democrática: la idea de que lo que pasa en pantalla es un reflejo del mundo, cuando se trata de todo lo contrario.
- ¿Por qué es tan adictiva, por qué parece hacernos felices?
- Porque parece inofensiva y menor, porque narra historias al alcance de la mano. Porque muchas veces promete la fantasía de una comunidad que no existe, pero que se encuentra conectada por medio de las historias que consumen.
Por Andrea Lagos G.
Ya todos sabemos que Bisama creció en Villa Alemana. Que es hijo de profesores y que él también se hizo profesor. Que tiene 40 años, que ha escrito cinco novelas, dos libros de cuentos, cuatro libros de crónicas y que en estos días se anotó con la reedición, por Libros del Laurel, de "Caja Negra" (su primera obra) y -además- la flamante publicación de "Televisión", una antología de textos escritos para la prensa nacional con lo mejor y lo peor de la "caja idiota".
- ¿Mario es tu ídolo?
"(Vi) Lo que vio la gente que tiene mi edad. (...) Monos animados japoneses, cosas como Mazinger, Transformers, Robotech".
claudio cortes
"Sé que hay un momento en que sobreviene el hastío, en que sientes que te enfermas físicamente, como si las imágenes te intoxicaran".