La excelente poeta y pintora -profesora, además- Betsy León, nos sacude la conciencia con un libro enorme, en tamaño y en contenido. Nos habla de un pintor temucano de nacimiento, nacional por extensión y por prestigio, Héctor Robles Acuña.
Un autodidacta que recorrió el mundo con su talento, aprendiendo y deslumbrando, prestigiando lo chileno, acumulando experiencia para traerla cuando regrese al terruño. Betsy nos golpea la conciencia, rescatando con su pluma, con su investigación, con su verbo…
Robles Acuña se encegueció con la belleza del mar, primero. Pero descubrió en el Museo del Prado, en Madrid, a los inmortales. Y fue copista de número allí, copiando a Velásquez, Rembrandt o a Rubens, exponiéndolas con éxito en galerías famosas europeas.
Su vida apasiona y las páginas del libro de Betsy León se disfrutan con lentitud, con comentarios. Y llegamos a la conclusión de que tenemos fragilidad en la memoria cultural, sin saber distinguir como corresponde a los distinguidos,
Y pienso en otro de los grandes, también dormido en un rincón de los talentos. Enrique Gajardo Velásquez, un sancarlino dramaturgo y director teatral -pedagogo, también-, que recorrió Chile impulsando el noble arte de la representación, creando más de 25 compañías y grupos de diversa trayectoria. Pero, por sobre todo, conformando grupos fraternos que hoy deslumbran en diversos puntos de la geografía cultural.
Aquí dejó herencia irrepetible: el Instituto de Extensión Cultural de Chillán (Inecuch), un teatro experimental, un coro, un centro literario…y amistades a raudales que aún derraman lagrimones al recordarle. ¿Y qué hemos hecho con tanto aporte recibido? Le hemos dado su nombre a un salón de actos en la Biblioteca Municipal y nada más. Algo es algo.
Ahora se prepara algo mayor, porque se ha descubierto -¡intacta!- una obra de radioteatro increíble, con la biografía de Bernardo O'Higgins. Grabaciones espectaculares protagonizadas por jóvenes chillanejos que hoy son brillantes exponentes de las artes. Y se ha recuperado el guión, impecable, con las correcciones a mano del maestro Gajardo Velásquez.
Ojalá que ese hallazgo trascendente sea una justificación para rendir el homenaje necesario que el dramaturgo y profesor se merece, con una edición (como la que Betsy hizo contra viento y marea), con una calle llevando su nombre, con estudiantes conociendo su trayectoria, con grupos teatrales interpretando sus guiones. Y hay tantos nombres en ese rincón olvidado de los talentos, que nuestras conciencias deberían sacudirse para traerlas al presente con el ejemplo del pasado.
Miguel Ángel San Martín Periodista.