Debates parlamentarios
Los recientes debates observados en el Parlamento con motivo de intentar regular la interrupción de un embarazo en tres causales específicas mostraron a la opinión pública lo feble de algunas intervenciones en tanto al fondo de su argumentación y a la forma en cuanto a exponerlos. Salvo honrosas excepciones, claro está, la regla que impera en materia de debates al interior de una de las máximas instituciones de nuestro país (en sala o en comisiones) se asemeja peligrosamente a lo que podría ocurrir en cualquier sala de clases de jóvenes inexpertos e inexpertas, con la calidad de la educación que actualmente entregamos, a la hora de organizar un asado o una pichanga.
Estamos viviendo un año de elecciones. Por lo que en pocas semanas más se intensificarán las estrategias de marketing electoral para tratar de vender candidatos a concejales y alcaldes a una masa de consumidores que carece de herramientas de análisis, por ignorancia o desidia, que le permitan discriminar entre la paja y el trigo. La elección final (si es que ocurre) se basará como siempre en la tincada del ofertón que particularmente nos acomode más.
La calidad de los debates y discusiones señalada anteriormente, representa una lamentable prueba que estamos eligiendo muy mal o no entendemos aún la importancia que tiene el acto de votar y la diferencia que existe entre votar y botar.
Hoy fue la discusión sobre una ley de salud pública, no de igualdad de género. Se está discutiendo sobre la mejor forma de nuestras relaciones laborales, falta la discusión de fondo de las mejores condiciones de salud o pensión para la mayoría de los chilenos. Cada una de estas discusiones abordan temas complejos y multidimensionales que exigen mucha capacidad intelectual para debatir en propiedad y convencer al adversario con argumentos de peso y no con creencias individuales. A la luz de la sociedad que hemos construido durante los últimos 25 años, claramente adolecemos de una falta ortográfica en el alma nacional, donde hasta el momento hemos estado botando nuestro futuro en las manos de candidatos electos que no se lo merecen.
Marcelo Saavedra Pérez
Mochilas vacías
En este mes, donde la discusión sobre educación ha concentrado la agenda noticiosa, fuimos testigos de cómo millones de estudiantes comenzaron las clases. En la otra vereda, casi 100 mil niños, niñas y jóvenes aún continúan con sus mochilas vacías y son marginados del sistema escolar.
Esta realidad responde a que el modelo educativo formal no distingue el contexto de aquellos jóvenes que han experimentado vivencias negativas en su proceso educativo. El entorno de vulnerabilidad acentúa las dificultades de aprendizaje presentes en cualquier grupo escolar, derivando en abandono y expulsión.
Fue en este contexto que el MINEDUC durante el 2015 informó que más de 90 mil estudiantes matriculados durante el año 2013 no regresaron a estudiar en 2014, y que sólo en el ámbito municipal fueron más de 48 mil los que no regresaron a clases. Los números nos deben obligar a pensar qué será de ellos y, más aún, con qué mecanismos cuentan para volver al sistema escolar. Por otra parte, las alternativas tampoco son favorables, muchos se reducen a regresar a aquellos establecimientos desde donde fueron expulsados o integrarse al sistema de educación de adultos y exámenes libres.
Este escenario nos obliga a asumir el desafío concreto de generar políticas integrales para facilitar la reinserción educativa de quienes han abandonado los estudios. Debemos discutir la posibilidad de incluir una modalidad que involucre a estos niños, niñas y jóvenes, que requieren una oportunidad para nivelar sus conocimientos educativos y de esta manera insertarse nuevamente en la educación formal. Debemos visibilizar la realidad de estos jóvenes que no marchan, ni cuyas demandas son parte de ninguna reforma en nuestro país.
Héctor Higuera, jefe provincial Hogar de Cristo
Las cosas son lo que son
En el tema de seguridad ciudadana es lamentable como se confunden prevención con represión. En efecto, la millonaria inversión tanto en el ámbito privado como públco, cámaras de vigilancia, externas e internas, globos, sirve solamente para las instancias investigativas una vez cometido el delito ya que eventualmente se puede indentificar a los delincuentes en las grabaciones que se guardan como testimonios, aunque está claro que a éstos poco les importa ser filmados, según se constata en el aumento de los asaltos, la violencia de los mismos y las graves secuelas que dejan en las víctimas. En consecuencia, todas las medidas que se toman son de represión para detener y castigar a los delincuentes cometido el delito, que poco sirven de consuelo al ciudadano golpeado, humillado, muchas veces sicológicamente destruido. Se necesitan auténticas medidas de prevención: mayor vigilancia de personal de carabineros, autos pequeños y económicos para que optimicen sus rondas, y que definitivamente los delincuentes se sientan inhibidos de cometer el delito ante una importante presencia policial.
Nelson Lyster Nazif