Desde 1990 que nuestro país no crecía a tasas tan bajas como las que se han producido en los últimos 4 años y que, según las proyecciones del Banco Central, sería en torno al 2%, afirmó su presidente Rodrigo Vergara al presentar el último Informe de Política Monetaria (Ipom) en un foro de Icare.
Del mismo modo, significó un gran impacto esta semana que el ente emisor revelara a la baja sus proyecciones de crecimiento económico de Chile para este 2016, de entre un 1,25% y 2,2%. En este escenario, los expertos del BC prevén tasas de empleo bajas, al mismo tiempo que declinan culpar de todo este panorama de desaceleración al escenario internacional.
Es en este contexto en que el Gobierno dio a conocer ayer un paquete de 22 medidas, por un total de 8 mil millones de dólares que buscan una reactivación de la economía interna. Principalmente, el foco del ejecutivo estará puesto en apoyar a las pequeñas y medianas empresas a través de incentivos de corfo para empresas que financian a las pymes, mayor cobertura al programa Pro Inversión para proyectos de largo plazo tecnológicos e innovadores, promover la exportación de servicios y simplificar trámites, entre otros.
A diferencia de la anterior administración, el gobierno no se plantea como meta aumentar los puestos de trabajo de calidad. Por el contrario, ha emprendido una reforma laboral que ha traído incertidumbre no sólo al sector empresarial en general -en Ñuble, los efectos en la agricultura, comercio y la construcción han sido criticados por estos gremios- sino también a los propios trabajadores, aumentando el desempleo.
Según ha manifestado el presidente de la Sofofa en su columna publicada por Diario Crónica de Chillán, "el gobierno ha mostrado una alta inconsistencia en su política económica, lo que en nada ayuda a enfrentar el difícil escenario económico que enfrenta nuestro país y la provincia". Apuntando al proyecto de reforma tributaria y reforma laboral, con sus matices ideologizados, plantea su preocupación por el efecto que está generando en el bajo crecimiento.
El gobierno no puede seguir culpando al bajo precio del cobre o a los vaivenes internacionales del magro resultado económico y debiera realizar un mea culpa en torno al impacto que las reformas están teniendo y tendrán -quizás más profundamente en el futuro- en las menores oportunidades que enfrentarán los chilenos.