"Para mí Ñublense es de esos amores que nunca se terminan"
Cuando Marcos Morales saluda de manos de inmediato marca territorio. El apretón deja en claro que su labor se desempeña con dicha parte del cuerpo y cómo no, si durante 13 años se desenvolvió como arquero en diferentes equipos, siendo Ñublense el que lo marcó a fuego.
A los Diablos Rojos llegó en el maldito 1981, año en el cual Ñublense escribió la peor campaña de un equipo en Primera División, situación que sin embargo fortaleció a Morales que luego pasó a formar parte de la historia linda de los chillanejos con tres ascensos.
El primero de ellos fue en 1985 cuando como jugador y bajo la dirección técnica de Esaú Bravo el equipo se coronó campeón de Tercera División, en 1992 repite el título, pero ahora como preparador físico, mientras que en el 2012 y junto al técnico Carlos Rojas logra llevar al equipo a la Primera División, ahora como preparador de arqueros.
El ex jugador apodado como el "Oso" en las inferiores de la Universidad de Chile, club del cual arribó a Chillán, también vistió las camisetas de Laja, Concepción y Fernández Vial. Lleva más de 26 años ligado a los Diablos en diferentes facetas y actualmente cumple la función de preparador de arqueros de los series inferiores de Ñublense, además de trabajar en el gimnasio Body Sport y ser profesor de educación física en el Comewealth School.
-¿Cómo se gesta su llegada a Ñublense?
Estaba en la Universidad de Chile haciendo mis inferiores y me enviaron a Ñublense a modo de préstamo en 1981. En la U era tercer y cuarto arquero. Pero me fui en 1982 a Fernández Vial, fuimos campeones y en 1983 me ofrecieron volver a jugar a Ñublense, volví y también me ofrecieron la posibilidad de estudiar educación física. Finalmente me quedé en Chillán y estuve hasta 1989 como jugador en forma consecutiva.
-¿Cuál fue su primer partido por Ñublense?
Contra O'Higgins en Rancagua, perdimos 3 a 1, la verdad es que ese año perdimos muchos partidos porque se fueron muchos profesionales por los sueldos impagos y terminaron en cancha muchos juveniles.
-¿Qué pasó ese año en Ñublense?
Todo empezó por los malos resultados, el equipo venía de ser campeón de Segunda División del año anterior y llegó gente con la cual no se armó un buen grupo. Después como consecuencia llegaron los problemas económicos, había sueldos altos. En un momento se fueron once jugadores, no recuerdo si los despidieron o renunciaron y al final quedamos pocos jugadores. En mi caso venía a préstamo y le pregunté al gerente cuál era mi situación y me dijo que me quedara porque me habían enviado para jugar, además, a mí la U me pagaba la mitad del sueldo. Terminamos el año, vino la debacle, descendimos en una de las campañas más feas que he vivido.
-¿Cuáles eran sus características como arquero?
Era más callado en la cancha que adentro, me sabía ubicar bien más que volar, además, atajaba muchos penales.
-¿De qué manera se vive mejor un ascenso, en la banca o como jugador?
Si te gusta el fútbol se vive de la misma manera, ya que siento que en este deporte viví lo que tenía que vivir, no me quedé pegado como futbolista, cumplí las metas.
-¿Qué opinión tiene de las sociedades anónimas en el fútbol?
Creo que las nuevas generaciones ven a las sociedades anónimas como un dinero que está seguro, pero uno recuerda la parte romántica, la importancia de la barra del mercado que era un verdadero aliado, el jugador número 12. Estaban en las buenas y en las malas, no solo el domingo. Siempre había mucho cariño. La gente valoraba la entrega del jugador. El fútbol ha ido cambiando, hay un mayor orden en la parte administrativa, pero se ha perdido el romanticismo.
-¿Cómo ve a los canteranos para el arco de Ñublense?
Creo que viene una camada buena de arqueros como Óscar Salazar, Celso Castillo, Camilo Reyes. Deberían estar en el arco de Ñublense en un par de años más, he buscado biotipos y les tengo mucha fe.
-¿Cuál siente que fue el mejor partido que jugó por Ñublense?
Siempre me recuerdo de un partido jugamos en 1981 contra Universidad Católica en Chillán, atajé todo, nunca atajé tanto después. Nosotros éramos casi puros juveniles y ellos eran un equipazo y empatamos a uno. Me llegaron 30 veces y solo pasó una. Ese partido marcó mucho el que yo me haya quedado tantos años en Chillán.
-¿Algún partido que no lo haya dejado satisfecho?
No sé si jugué mal, pero si fue un partido contra Santiago Morning en San Fernando. Tuve una salida a destiempo y quedé con un sabor a frustración.
-¿Cuáles son sus mejores compañeros en Ñublense?
Le tengo un cariño muy especial al kinesiólogo Roberto Vergara. También me quedo con Luis Rosales, Eduardo Cortazar, Alexis Viera, Miguel Jiménez, con ellos tengo un contacto permanente.
-¿Mejor dirigente?
Reiniero Iraira, Casiano Andrade, los señores Cusacovich y Sergio Zarzar. Debo nombrar a Boris Ordenes.
-¿Qué significa Ñublense en su vida?
Es toda una vida, es un cariño especial, para mí Ñublense es de esos amores que nunca se terminan. He vivido cosas lindas y de las otras. Me he preparado para entregarle mis conocimientos a Ñublense que para mí es un amor incondicional.
"Ñublense me entregó una carrera y yo le he respondido con trabajo, le he entregados todas mis especializaciones". "El club ha ido creciendo en muchas cosas, quizás adolece de resultados, pero uno que tuvo que entrenar en canchas malas, sabe que el club ha crecido".
26 Años
Ligado a Ñublense lleva Marcos Morales, tiempo en el cual suma tres ascensos, uno como jugador y los otros en la banca técnica.