Algunos oradores de una veintena que habló en Pinto primero y en Parque Las Flores, después en Chillán, lo dijeron. Cuando la obra de la persona fallecida, en este caso, el Alcalde de Pinto, Fernando Chávez Guiñez, perdura como un gran legado, expresión vital de su esfuerzo, de su capacidad, de su inteligencia, en suma de su gestión como hombre público, que puso todos sus valores al servicio de los demás. Fueron tantas las expresiones de reconocimiento a los compromisos contraídos por este Alcalde, como persona, vecino, concejal y alcalde, que la coincidencia fue total. Con razón, cuando los periodistas preguntaron a la señora Rebeca Guiñez, madre de Fernando, cuál era su impresión de cuanto estaba ocurriendo, ella contestó que "El cariño que la gente ha expresado a favor de su hijo, es lo que la mantiene en pie". Sin duda, que es un consuelo y una gran compensación para su familia, que ha debido enfrentar no sólo la muerte, sino la forma terrible en que ella se hizo presente. Para hacer más grave la situación, ésta acontecía justamente el día de la madre.
Siempre hemos pensado que es muy triste que los hijos mueran antes que sus padres o el alumno antes que sus profesores. Estimo que dentro de estas contradicciones que la muerte provoca, ésta debe ser una de las más sensibles y de las más inesperadas. Lo digo, porque Fernando fue alumno mío en el Colegio Concepción, donde aprendí a conocerlo y donde se proyectaba desde muy joven, como una persona con aspiraciones y afanes que lo distinguían frente a sus compañeros. Tenía pasta de dirigente y de inquietud por hacer cosas. En una de sus intervenciones me recuerdo de una colaboración que me prestó en una emisora que tuvo en una época Chillán Viejo. Era como siempre un programa cultural y Fernando como buen lector, manejaba la palabra con facilidad, capacidad e inteligencia que le ha servido mucho como líder político. Quien quiera seguir esa carrera, tiene que gozar de esa cualidad. Muchas veces me invitó a Pinto para participar en actos alegres y también serios y solemnes, y siempre que hizo uso de la palabra, se acordaba de algunos episodios estudiantiles.
Por supuesto, que apreciaremos siempre lo que aportó para Pinto y celebraremos también siempre la biblioteca que le dejó a los pinteños. Tenía muy claro el valor cultural de una biblioteca. Existen sobradas razones para que la Municipalidad, esto es, su concejo elija un lugar que lleve su nombre, una calle, un centro cultural o la Plaza, que no alcanzó a verla terminada, como lo deseaba. Muchos oradores insinuaron esa idea como un modo de seguir pronunciando y recordando su nombre y obra.
Por Carlos René Ibacache I. Miembro de la Academia Chilena de la Lengua.