El espectáculo del que hemos sido testigos a partir de la no inscripción de las primarias por parte de la Nueva Mayoría, sus posteriores reclamos y finalmente la aceptación de las mismas por parte del Tribunal Electoral, permite abrir el debate respecto a varios asuntos que parecían olvidados, o al menos obviados.
El primero de ellos tiene que ver con la real voluntad política que existe en nuestros partidos políticos de traspasar poder de decisión a las personas. En rigor, fue Chile Vamos el bloque que mejor parado quedó tras la noche del 20 de abril ya que, a las 15 horas de ese día, mientras en el oficialismo todo era caos y complicaciones, salían del Servel con 54 comunas inscritas para desarrollar elecciones el 19 de junio.
Lo demás es historia conocida: presentaciones, recursos judiciales, dimes y diretes, interpretaciones legales antojadizas y una institucionalidad puesta en duda, dieron paso a que ahora la Nueva Mayoría sí efectúe primarias, pero en menos comunas de las que originalmente se contemplaban. Entonces, ¿debemos creer que los partidos quieren traspasar decisión a los ciudadanos o seguirán siempre buscando artimañas para mantener cuotas de poder?
La duda no es sólo del suscrito, sino también de un histórico militante del PPD, el diputado Pepe Auth, quien hace unos días renunció a la colectividad que incluso presidió por que -según dijo- tenía desavenencias irreconciliables con la mesa del partido.
La Ley de Primarias busca, o al menos buscaba, lograr candidatos validados en las urnas, con el objetivo de que nadie pudiese desconocer después que tuvo la opción de competir. Todo es fruto de ciudadanos informados, con activa participación en el devenir del país y con juicios concretos sobre la actualidad y el futuro. Decir una cosa y hacer otra, como parece ser le gusta a muchos de los que están preocupados de lo público, solo aleja más a la gente de los actores políticos y riega con inusitada capacidad, desconfianza en un ambiente ya crispado.
Recobrar la fe pública debiese ser hoy un deseo transversal, pero no se ve a muchos lidiando para ello. La redes sociales y la instantaneidad de la vida hace que hoy los engaños duren poco y las promesas deban ser cumplidas en los términos que se hicieron. Pretender engañar a los ciudadanos es una historia que en estos días no puede ser contada. Es un guión repetido que ya no tiene cabida. La transparencia llegó para quedarse. Si no logramos todos conjugar ese concepto, difícilmente podremos pedir que se cumplan las reales reglas del juego, por más que todos digan querer hacerlo.
Rodrigo Sandoval Terán, Director Ejecutivo Areacomún. Estudios, Comunidad y Medios.