"Mi paso por Ñublense fue de corazón y con la sana intención de aportar"
Ñublense es un equipo marcado por las penurias económicas y uno que sabe de ello es el ex presidente John Andrade, quien dirigió los hilos de los Rojos en Tercera División al finalizar el 2002 y todo el 2003.
El empresario del transporte no solo conoce de la labor dirigencial, ya que su relación con Ñublense se basa en el fanatismo por el equipo y también por los viajes con la hinchada, gracias a las travesías en la máquina que él mismo manejaba y que bautizó como María Alejandra, un bus Mercedes Benz de 1981.
-¿Cómo se genera su vínculo con Ñublense?
Todo esto tiene mucho que ver con la empresa de mi familia que guarda relación con los buses. Mis hermanos manejaban los buses que en ese tiempo trasladaban a Ñublense, se podría decir que era prácticamente la empresa oficial del club. En esos años mis hermanos manejaban y yo las oficiaba como de una especie de auxiliar para que se entienda, pero sin serlo realmente. Evidentemente tenía las facilidades para estar en el bus.
-¿Alguna historia o anécdota de esos viajes cuando era niño?
De chico me ha gustado el pool. Y si bien hay un tema medio complicado por las edades, pero en varias oportunidades cuando tenía como 12 años jugué con varios jugadores de Ñublense y cómo no era malo, les ganaba y se picaban conmigo. Esto pasaba en las concentraciones en los hoteles o en otras partes donde habían mesas de tenis de mesa o taca taca. Me veían como un jugador aprendiz y pensaban que me podían ganar.
-¿A su familia Ñublense le pagó el arriendo de los buses?
La verdad es que en el tema económico no me quiero meter mucho, cuando uno se la juega y quiere a una institución, lo económico no es tema. Es algo que viví como dirigente y también lo vivió mi hermano en su momento. Cuando uno quiere trabajar y hacerlo de la mejor forma, la única forma era echarle para adelante solamente.
-¿Cómo fue la experiencia de ser dirigente en el 2002 la primera vez?
Cuando entré me di cuenta de inmediato que había una deuda tremenda de arrastre, además, ese año se pagaron muy pocos sueldos, los ingresos era muy bajos porque la institución no estaba bien. El equipo estaba en los últimos lugares y la gente no iba al estadio y en ese tiempo se vivía mucho de la recaudación. La presión era tan grande que pasaron como seis presidentes, en mi caso asumí como presidente en agosto. Estar en Ñublense en ese tiempo era un verdadero incendio, era un incendio ramificado y había que apagar los amagos por todos lados.
-¿Por qué siguió el 2003?
En el 2003 asumí a 15 días del inicio de la competencia. Estaban a punto de cerrar el club porque no había quien se hiciera cargo. Asumimos recién en marzo. En el 2003 terminé desgastado, fue mucha la presión, recibimos un equipo con muchas deudas, pero lo entregamos saneado y con credibilidad.
-¿Deportivamente como recuerda el 2003?
Creo que anduvimos bien, estuvimos a punto de clasificar a la liguilla, pero algo raro pasó en el partido entre Malleco y Santa Cruz, el arquero de Santa Cruz prácticamente tiró la pelota para dentro del arco cuando quedaba poco tiempo, fue algo extraño. El plantel era más barato que el del 2002, pero ya teníamos más experiencia y le dimos la oportunidad a mucha gente de Chillán o la provincia. Muchos de ellos tenían ganas de jugar, pero también cedieron harto en la parte económica.
-¿Y de dónde se sacaba plata?
Ñublense no se financiaba solo y como tal había que vivir de aportes, donaciones y préstamos, pero esos préstamos no se devolvían porque nunca hubo buenos tiempos económicos. En mi caso nunca hablé se préstamo porque mi paso por Ñublense fue de corazón y con la sana intención de aportar y de salvar la institución.
-¿Y por qué tuvo que vender uno de los buses de su empresa?
La verdad es que no quiero entrar en esos temas, pero estuvo la disposición mía y de la familia. Hubo que venderlo porque habían muchos gastos, mucho se habla de los sueldos de los jugadores, pero hay muchos gastos más como alimentación, traslado, concentraciones. Tratábamos de dar las mejores condiciones a pesar de que la estábamos pasando muy mal económicamente hablando.
-¿Cómo valora su paso por Ñublense?
Se recuerda con mucho cariño y nostalgia porque se vivieron cosas muy especiales. Había mucha desesperación por todo lo que se vivía. Cuando fui presidente pasaron muchos dirigentes buenos, fue gente muy valiosa de principio a fin en momentos muy complejos.
-¿Alguna estrategia para abaratar costos?
Los jugadores en las pensiones estaban muy alicaídos, pero había gente que tomaba una bolsa vacía, iba al mercado y volvía llena con cosas para que los jugadores pudieran conocer. Además, yo como presidente ponía una de mis máquinas y junto a Honorio Gómez, dirigentes, medios de comunicación y jugadores viajábamos todos juntos y cada uno, menos los jugadores, ponía una cuota para el peaje y el combustible, eso era solo para llegar adonde se jugaba.
-¿Algún viaje en particular que recuerde con los hinchas?
Me acuerdo en el 2004 cuando fuimos a Los Andes a jugar con Trasandino cuando nos golearon. El bus iba lleno, iba manejando y llegamos temprano al Santuario y gente de la barra se me acercó para pedirle que los llevara al estadio, era cerca, así que no les puse problema. Pero luego me dijeron que los llevara de vuelta a Chillán y la gente no quiso por lo inquietos que eran, los cabros me echaron la culpa a mí y me querían pegar.
"Ñublense no era mío o de los pocos dirigentes que habían, era de Chillán y representativo de Ñuble, pero lamentablemente había muy poco apoyo". "Ñublense es nuestro club, marcado por cosas buenas y malas, por alegrías y penas y ya con 100 años".
2013 Andrades
Fue presidente de Ñublense. En su labor de hincha dispuso de buses que en varias oportunidades terminaron con los vidrios rotos.