Aquel monumento soñado
Distintas voces han pedido al gobierno acelerar los proyectos de inversión pública en la Región, de tal manera de ampliar el gasto público en materias de infraestructura. Este Alcalde -y lo digo con admiración, sin ningún atisbo de política- se propuso luchar contra los molinos de viento del centralismo.
Voy a hablar del Teatro Municipal de Chillán, al igual que muchos del mundo de la cultura que emiten sus opiniones. Y lo hago sin temor a cansarles con un tema que no cansa. Porque, me quiero adelantar a aquellos políticos que buscan incluir su firma, con un oportunismo desfachatado.El Teatro Municipal de Chillán fue un proyecto soñado por aquellos que quisieron levantar un gran monumento a una ciudad devastada por los caprichos de la naturaleza. Un monumento que se erigiera sobre los escombros de una población con historia, con personalidad, que la naturaleza quiso -pero no pudo- hacer desaparecer. Se quiso construir con muros de eternidad, fornidos y duraderos, para enseñarle a las nuevas generaciones de que surgía desde el fondo del dolor un espíritu nuevo, una identidad más fuerte que acrecentaría el recuerdo y proyectaría el futuro con mirada granítica.
No alcanzaron los recursos económicos para completar la obra, que quedó dormida a la vera de la Plaza de Armas, junto al palpitar ciudadano, mientras las autoridades locales desfilaban una tras otra sobre las poltronas del poder, mirando de soslayo hacia la esquina. Intentos los hubo, pero desde el voluntarismo, la impotencia y desde la sencilla rabia del vecino noble. Individuos con genes ñublensinos, que mostraban rebeldía juntando peso sobre peso para tratar de alcanzar las cantidades suficientes para "hacer algo" con aquel elefante que seguía durmiendo. Y algo se consiguió. Por lo menos, no dejar morir la ilusión de esta cuna de talentos.
Este Alcalde -y lo digo con admiración, sin ningún atisbo de política- se propuso luchar contra los molinos de viento del centralismo y levantó la adarga antigua buscando aquellos Fondos del Estado que hicieran posible recuperar el espacio soñado por aquellos de antaño. Y lo consiguió.
Hoy, Ñuble entero lo celebra como una obra de magnificencia anhelada, como lucha victoriosa de titanes, como la dignidad devuelta a la cultura que la gente de nuestra tierra necesita. Es un sueño de todos conseguido hacerlo realidad transversalmente. Estamos orgullosos de que así sea. Los pergaminos son para quien se lo merece. Que nadie lo ensucie con pretensiones pequeñas. La constancia, perseverancia, el trabajo sin desmayos, ha conseguido terminar parte de aquel monumento que recuerda a quienes regaron con su sangre la Historia grande de nuestra tierra. Que se sigue escribiendo día a día.
Miguel Ángel San Martín Periodista.