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ENTREVISTA. Miguel hormázabal, masajista y kinesiólogo de Ñublense desde 1982 al 2001:

"Son momentos muy gratos de los cuales uno siempre se va a acordar"

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Camina por la calle y muchos lo conocen, lo saludan y le recuerda su estadía por cerca de 20 años en Ñublense.

Miguel Ángel Hormazábal, conocido también como "El Caballo Hormazábal", fue masajista y kinesiólogo de los chillanejos y como tal tiene historias sabrosas que relatar, entre las más alegres los ascensos de Tercera a Segunda y la histórica epopeya de Copa Chile ante Colo Colo en 1995.

Actualmente sigue ligado al fútbol, pero no al profesional, sino que al amateur, asociación en la cual forma parte de las filas de Chillán Viejo, donde despliega todo su conocimiento.

- ¿Cómo llegó a Ñublense?

Echar el reloj atrás trae buenos recuerdos, algunos con ascenso y descensos, todo fue muy emotivo. Llegué a Ñublense en 1974 de la mano de Humberto "Chita" Cruz y en ese momento el técnico era Constantino Costa que era muy amigo mío y de ahí la verdad es que nunca más me moví de Chillán y puedo decir con mucho orgullo que soy un chillanejo más. Luego estuve en Ñublense desde 1982 al 2001. En 1974 me fui a trabajar a cadetes, después estuve con el equipo de Papelera y en 1982 llegué al primer equipo de Ñublense junto a José Benito Ríos.

- ¿Qué situación lo marcó a fuego?

Creo que son los ascensos que viví de Tercera División a Segunda junto a Esaú Bravo en 1985 y en 1992, además, de casi ascenso a Primera que se nos escapó de las manos en 1995, estuvimos casi todo el año punteros, fue ese año de la Copa Chile cuando Ñublense eliminó a Colo Colo. Son momentos muy gratos de los cuales uno siempre se va a acordar. Hay momentos muy importantes, hay alegrías, pero también hay penas, todas estas fueron experiencias muy bonitas.

-¿También hubo momentos negativos?

Por supuesto, sobre todo acá en Ñublense, muchas veces tuve que hacerla de papá de algunos jugadores junto con Esaú Bravo, había algunos jugadores que los tenía en la casa, otros a los cuales los llevaba a almorzar porque no se les pagaba, afortunadamente siempre tuve un trabajo extra al de Ñublense y siempre tuve un par de pesos extras y la olla no fallaba. Lo hice con mucho gusto y sin la intención de lucirme, la gente del fútbol siempre ve esto de buena manera. Perdí balones de gas, frazadas, pero si debo reconocer que con la mayoría de los jugadores tengo un muy buen contacto y siempre me han agradecido.

-¿Algún ejemplo puntual?

Me acuerdo de Milton Flores, a quien lo tuve en mi casa con toda su familia y él siempre me ha agradecido eso.

- ¿Qué sensación le deja esa situación?

Lo hice porque era gente que quería lograr algo en el fútbol y desde el punto de vista de la institución siento que Ñublense tiene que estar arriba.

-¿Qué recuerda del ascenso de 1985 en calidad de invicto?

Fue un ascenso muy luchado, porque en el ámbito económico no había nada, una pelota y muchas de entrenar solamente. Fuimos a una tienda de deportes a pedir pelotas fiadas y como Esaú Bravo era una persona confiable se la fiaron, pero a la larga fuimos campeones gracias a una serie de partidos que fueron de infarto. Esaú puso mucha juventud en cancha y eso fue bueno ya que eran jugadores identificados con la camiseta.

- ¿Cómo se hace para motivar a un grupo de jugadores que no tenían las mejores condiciones para entrenar, pero que al final lograron el ascenso?

El fútbol es para los vivos y a los jugadores hay que transmitirles confianza en sus capacidades y a lo cual hay que sumar obediencia. En lo económico recibimos mucha ayuda de la gente del mercado que nos daba fruta y verduras para que los jugadores tuvieran para comer en las pensiones o en sus casas

-¿Cómo recuerda el ascenso de 1992 en Quillota?

Fue algo dramático, todos llegamos empatados en puntaje hasta la fecha final de la liguilla, nosotros teníamos que jugar con San Luis y el que ganaba subía, Ñublense jugó un partidazo, cuando veo el VHS se me vienen muchos recuerdos a la cabeza.

- Ese día hacía mucho calor en Quillota y la barra que viajó desde Chillán estaba muy acalorada. ¿Es verdad que les pasó cerveza para se refrescara?

El camarín de Ñublense, que realmente era una carpa con una llave para el agua estaba justo debajo de la barra nuestra que soportaba un calor infernal y cuando los saludé apenas me respondieron por el calor, no les salía la voz. Pensé que tenía que ayudarlos de alguna manera, en un momento me doy cuenta que se me había olvidado el hielo y tuve que ir a comprar a un supermercado. Salí con un refrigerador chico, pero antes le dije a la barra que iba a ir al centro para traerle unas cositas y me pasaron como 25 lucas y antes de comprar hielo les compré cerveza.

- ¿Cómo lo hizo para entrar la cerveza al estadio?

En el fútbol el que no es vivo no sirve, entonces lo que hice fue comprar doce bolsas de hielo y como 120 latas de cerveza, cargué el refrigerador y lo amarré muy bien. Lo malo es que quedó muy pesada y en eso me encuentro con Carlos "Tonto" (personaje del amateur chillanejo), lo llamé y le puse la caja en los hombros y entré con él al estadio, él incluso no podía entrar porque no tenía entrada y porque estaba demasiado lleno. A lo lejos me ve un sargento y pega el grito ¡¡¡ dejen entrar al paramédico de Ñublense!!!, una vez junto a la barra les pasé las cervezas y todos me agradecieron.

-¿Qué recuerdos guarda de la Copa Chile de 1995?

Es uno de los mejores planteles que ha tenido Ñublense. En mi caso gané mucha plata por el tema de los premios. Lamentablemente el equipo no subió ya que se reventó físicamente por la gran cantidad de entrenamientos de Esaú.

"Para mí, Ñublense fue mi segundo amor, ahora creo que Ñublense no es del pueblo y por eso voy poco al estadio". "Me dicen caballo porque una vez estaba el Eduardo Sepúlveda y antes que llegara la camilla me lo tiré al hombro y la gente dijo que era como un caballo"."

El masajista Miguel Ángel Hormazábal a Ñublense, aunque su gran etapa fue de 1982 al 2001. 1974