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ENTREVISTA. luis Alberto ramírez, diseñador chillanejo:

"La mayoría de los vestidos que he hecho durante todos estos años los he soñado"

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Luis Alberto Ramírez (44) supo toda su vida que se dedicaría a diseñar, en un oficio - que como el mejor de sus vestidos - fue confeccionado lentamente hasta llegar al mejor de sus diseños, el cual se tradujo en una carrera de casi dos décadas que fue creada a pulso y esfuerzo, lo que ha significado ser reconocido gracias al "boca en boca" de su fiel clientela. De su recorrido y ayuda con su trabajo para eventos benéficos habló con Crónica Chillán.

¿Cómo empezaste en esto?

-Esto empezó como un hobby en realidad, porque yo no estudié diseño. Es totalmente innato. En realidad, desde los siete años estudio arte, porque mis abuelo me ayudaron en todas mis inquietudes artísticas, ya que esto fue como una necesidad de expresión, a pesar que estudié algo totalmente distinto a esto cuando en Santiago en el seminario.

¿Estuviste en un seminario para hacerte sacerdote?

-Para ser más religioso que sacerdote. Estuve en la Congregación de los Josefinos de Murialdo en Santiago y después me fui un año y medio a Brasil a un monasterio de clausura estricta, ahí estuve un tiempo probando como monje. Yo me habría quedado, pero lamentablemente mi salud no es acorde con los insectos, entonces resultaba muy alérgico y la pasaba muy mal.

¿Y cuál fue el hecho que terminó de empujarte al diseño?

-Mi abuela, en un momento determinado, me da dinero por mi cumpleaños para que me compre ropa y en lugar de comprarme ropa vi una tela que me gustó en los Almacenes Mundiales, la cual era una seda damasco que me impacto. Fui a comprar la ropa, vi que no me gustó nada, me devolví y compré todo lo que había de esa tela. Mi abuela vio esto y me dijo "bueno, será po" (sic) y ella me llevó al centro, me compró mi primera cinta y huincha, hilo, agujas, de todo. Aquí (en la casa), había una maquina de coser a pedales antiguas y con esa aprendí a coser; me costó un poco agarrar el ritmo y a coordinación. Mis primeros trabajos fueron horribles, pero nunca perdí la fascinación por crear, por darle forma a un trozo de tela. Iba a la ropa americana y desarmaba prendas pensando en cómo las habían hecho, como retrocediendo la película y así comencé. Creé mis propios maniquíes, ya que no tenía los medios para comprarlos por mi mismo.

¿Cómo fueron la experiencias con las primeras clientas?

-Muy sufridas, porque yo era totalmente ignorante de lo que yo estaba haciendo, sin embargo lo que me sorprendía - y lo que le sorprendía a mi abuela - es que yo era capaz de vende, y que la gente confiara a pesar de yo ser ignorante al respecto, pero igual no fue fácil empezar; yo regalé mucho trabajo. Mis primeros vestidos vendidos se fueron a un matrimonio a México, y fue una sorpresa porque no me dijeron, y bueno con el tiempo empecé a conocer más gente y a llegar más novias.

¿Cómo fuiste desarrollando tu talento?

-Lo que pasa, es que sin querer, al hacer todo a mano empecé a entrar en la alta costura. Empecé por lo más difícil cuando debería haberlo hecho por lo más fácil, ya que la alta costura significa trabajar todo a mano. Bordar a mano, coser un cierre a mano, hacer costuras a mano, y ahora me ayudo mucho con la maquina de coser.

¿Cuánto te demoras en hacer un vestido?

-Uno sencillo de novia dos o tres meses, mientras que uno bien elaborado de seis a ocho meses. Un vestido de noche va a depender del trabajo; puede ser un mes y medio.

¿Cómo nace tu necesidad de regalar vestidos para beneficios solidarios?

-Porque en mi familia ha tenido varias personas con cáncer. Hemos perdido a muchos familiares. Yo también vengo saliendo de un susto, ya que pensaban que tenía un cáncer al riñón. Gracias a Dios los exámenes salieron negativos. Y como he crecido viendo el sufrimiento de mi familia me siento motivado, en especial en el caso de los niños.

¿En qué te inspiras?

-La mayoría de los vestidos que he hecho durante todos estos años los he soñado. La mayoría son más por inspiración, en cambio el resto son más por pedido, de chicas que llegan con un vestido metido en la cabeza.

"Los primeros trabajos fueron horribles, pero nunca perdí la fascinación por crear". "Creé mis propios maniquíes, ya que no tenía los medios para comprarlos por mi mismo"."

Años Tenía Luis Ramírez cuando comenzó a dedicarse al diseño de vestidos, lo cual ha hecho por casi dos décadas. 26