Estimado candidato, ya se acerca la elección municipal y seguramente usted ya está inquieto pensando en lo que viene. Probablemente estará pensando cómo cautivar más adherentes y lograr movilizarlos para que ese día domingo emitan su sufragio.
Como usted ya sabe, hay muchos ciudadanos que se han desencantado del desempeño político y por eso mismo ni siquiera piensan en ejercer su derecho de votar. La verdad es que no es fácil decidirse, al menos yo me encuentro en un período de incertidumbre, anhelo cosas grandes para mi ciudad y para las personas que la habitan.
Los ciudadanos de nuestra patria merecen ser tratados con respeto, esto suena tan evidente, pero en muchas circunstancias nos sentimos pasados a llevar por quienes toman las decisiones. La gestión de los municipios e incluso del país entero exige no sólo competencias intelectuales, sino que éstas también tengan coherencia con las acciones. La probidad es un grito a voces en nuestra sociedad, queremos recobrar la confianza en las instituciones, esto nos da seguridad y equilibrio a nuestra vida ciudadana. No basta con las buenas intenciones, hay que hacer signos visibles de esto.
Hoy ustedes tienen un gran desafío, reencantar a los ciudadanos. Esto no es fácil, requiere audacia, valentía. Señores candidatos, den oportunidades a tantas personas creativas, trabajadoras, coherentes que tenemos en nuestra ciudad. Dejen de repartir los cargos como si estos tuvieran dueño "ideológico", queremos rostros nuevos porque esto también significa una renovación generacional y esto es sano en una sociedad. Por su puesto que valoramos la experiencia, pero otra cosa son los "apernamientos".
Estimados candidatos, y no está de más decirles que con las fuerzas humanas no basta, la fe o las creencias son parte irrenunciable de la vida de las personas. No es necesario tratar de quedar bien con todos, las ciudadanos medianamente cuerdos podemos entender que la coherencia implica en muchos casos aceptar las diferencias y respetarlas; sencillamente les sugiero dejar de lado los acomodos de la realidad, mostrarse como son y nunca olvidar que el ejercicio de la autoridad es ilegítimo cuando es conseguido a través de la mentira o de las falsas promesas, aunque esta sea el resultado de una votación mayoritaria.
Paulina Benavente Vargas Psicóloga, Obispado de Chillán.