Al alcance de la mano
La dinámica del optimismo bien podría empezar a replicarse en Chillán donde el periodo electoral ha exacerbado las críticas haciendo que la ciudadanía vaya perdiendo la perspectiva. Es necesario entender que nuestros adultos mayores se mantienen en plena vigencia y de ellos se puede rescatar valores.
Decía García Márquez que el secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad. Y no deja de tener razón. Porque sinónimo de vejez, es la soledad. Soledad de la pareja, que se nos va irremediablemente por cuestiones de la vida. Soledad de la familia, que se refugia en sus propios entornos, en los cuáles es raro que uno tenga un sitio estable y permanente.
Los años se nos vienen encima y debemos estar preparados para recibirlos con la honradez del momento, con la decisión de lo meditado y con la certeza de los valores aprendidos y que debemos aportar a quienes lo necesiten o, simplemente, lo pidan.
La vejez es una etapa interesante en que más es lo que sale de nuestra alma y que aportamos a los demás, que lo que entra por impulsos externos de la sabiduría y que nos falta por aprender.
Por eso, en la vejez buscamos el refugio de la soledad que nos permite meditar y también los cauces por donde aportar valores y experiencias para que la vida humana transite por caminos más seguros.
La esperanza de vida de los chilenos, cuyo promedio ha subido a los 80,5 años de edad, se ha instalado en la cabecera de los países latinoamericanos y en el segundo lugar del continente, sólo por detrás de Canadá, cuyo promedio se eleva a los 82,2 años. El informe de la Organización Mundial de la Salud es concluyente en cuanto al dato de longevidad. Y así debemos entenderlo.
Por eso, es necesario entender que nuestros adultos mayores se mantienen en plena vigencia y de ellos se puede rescatar valores, acciones e iniciativas que nos permitan avanzar con mayor seguridad por el camino de los futuros concluyentes.
No se les puede cerrar la puerta cuando se encuentran entrando en la madurez inteligente, con la experiencia superlativa, desperdiciando talentos formados en la propia marcha vital.
Chile no está en condiciones de abandonar esos espacios de sabiduría. Ni tiene el derecho de hacerlo por el mero hecho de la visión calendaria. Eso sería dejar en el camino la carga preciosa de lo aprendido.
Ya lo dijo hace mucho Cicerón, un filósofo, político y escritor romano de poco antes de la era cristiana: "El viejo no puede hacer lo que hace un joven…pero, lo que hace es mejor…"
A buen entendedor, pocas palabras bastan. Y en forma especial, el mensaje va para los políticos de hoy, que hacen promesas y promesas, pero no se detienen en las realidades contingentes que tienen al alcance de la mano.
Miguel Ángel San Martín Periodista.