La abstención ha sido un castigo transversal a la clase política. Aunque a unos afectó más que a otros, la abstención es un mensaje claro y contundente de la ciudadanía hacia las formas en que se lleva hoy la política.
Es una censura a la corrupción y a los incompetentes, a los que prometen y no cumplen. Es una crítica dura y elocuente hacia los malos modos, a los falsos liderazgos y a los que van a servirse del poder.
No es culpa del Voto Voluntario. Por el contrario, la poca presencia en los lugares de votación es una decisión adoptada libre y voluntariamente por quienes ejercieron la abstención. O sea, fue una opción meditada, calculada y expresada con firmeza el pasado domingo.
La voz del pueblo se ha hecho oír, con un silencio enorme y contundente. ¿Cuál debe ser la actitud ahora? Entiendo que las recriminaciones mutuas entre los principales afectados, no es el camino. No vale tirar la pelota al tejado del vecino. Es la hora de la sinceridad y de la franqueza.
Llegó el momento de la autocrítica a fondo, generosa y potente. Del auto análisis sin recovecos, sin trampas, sin justificaciones banales. Analizar con la historia y con el presente lo que se ha hecho. Y proyectarse hacia el futuro dentro de la realidad que hoy vivimos. Es el tiempo de abrirse a las opiniones de los amigos que pueden aportar para que esta autocrítica tenga más frentes válidos para el análisis. Y desde esa plataforma, abrirse a las demás opiniones. A las que se emiten desde la perspectiva positiva y desmenuzar también las que vienen cargadas de veneno.
Las opiniones positivas, constructivas, te permitirán abrir caminos. Las otras, cerrar los frentes débiles de tu propia actuación. Y desde aquel análisis profundo, descarnado y sincero, proponer salidas a quienes han sido -o pueden ser- tus compañeros de ruta en nuevos proyectos que ilusionen a los ciudadanos.
No es bueno el espectáculo de tirarse piedras a los tejados. Peor aun cuando muchos son de vidrio. La ciudadanía hace rato que dejó de ser confrontacional. Ahora es racional, positiva, moderada y progresista. Las experiencias vividas por nuestra sociedad, muchas de ellas traumáticas, nos han enseñado a practicar el diálogo y a buscar consensos, sin dejar de avanzar en progreso, en equidad y en justicia.
Por eso, el mensaje de los ciudadanos con su silencio electoral nos impulsa a pensar en nuevos lenguajes, nuevos mensajes, nuevas formas de hacer política. En definitiva, nos impulsa a buscar nuevos liderazgos.
Miguel Ángel San Martín Periodista.