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Ana Casas Broda, invitada del FIFV

La fotógrafa de los cuadernos de dieta

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-Tu abuela, al igual que tú, se tomaba autorretratos. ¿Qué hay detrás de ese gesto?

-Tuve una infancia medio complicada y ella estuvo conmigo a través de la foto. Las imágenes que me hizo fueron, de alguna manera, el testimonio de mi infancia. Ella estudió Leyes pero lo dejó cuando se casó con mi abuelo, que era ministro del gobierno socialista austríaco; él luego la dejó y su manera de vincularse con el mundo fue a través de la foto. Tomó fotos hasta el último día de su vida. Eso detonó mi interés en la fotografía.


En resumen

-¿Qué te provocan las fotos antiguas?

-La fotografía es alucinante porque te ubica sensorialmente en otros tiempos. Esa posibilidad nos abre hacia algo que no conocíamos, nos produce extrañeza y reconocimiento, finalmente es todo tan cíclico. La foto que tiene que ver con el instante, con ver que algo sucedió en un momento en el tiempo. Eso pasa cuando ves una foto antigua y estás en ese punto donde algo se quedó sostenido y te identificas con la imagen porque hay una especie de posibilidad de estar en un tiempo que existió.

-¿Cómo se gestó tu proyecto "Cuadernos de dieta"?

-Cuando terminé uno de mis libros fui a una editorial suiza para publicarlo, pero el editor me dijo que faltaban autorretratos. Cuando regresé a México me di cuenta que sí los tenía porque durante siete años, desde los 18 a los 24, tomé las fotos de estos cuadernos pero nunca pensé publicarlas. Las tomaba porque necesitaba tomarlas y anotaba todo lo que comía, me sentía terriblemente insegura y tenía la necesidad de constatar mi cuerpo, mi existencia en el mundo.

Los autorretratos y los cuadernos de dieta de Ana casas broda se pueden ver en su web.

3 preguntas

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La fotógrafa Ana Casas Broda nació en España, pasó su infancia en Viena y llegó a México D.F. a los nueve años junto a su madre austríaca. Ha hecho fotos de ella, de sus hijos y de su abuela Hilda Broda. Está en Chile invitada por el Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso.

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victor ruiz

La historia del nerd que alimentó a la serpiente

Un adolescente de Iowa fue celebridad tras ganar un billón de puntos en el videojuego Nibbler. "Man vs. Snake" es el documental -estrenado en Netflix- hecho con esa nostalgia ochentera de la infancia.
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Tras ganar en el videojuego, Tim mcvey durmió 36 hrs. Cuando despertó era una celebridad.

Póster de la película.


en resumen

El documental "Man vs. Snake" de Netflix está centrado en las hazañas del primer campeón mundial de Nibbler. Para concretar la proeza, no durmió ni comió durante dos días.

Por Andrés Nazarala R

En 1982, en plena fiebre por el Pac-Man, la empresa Rock-Ola inventó un videojuego pensado para competir con la sensación del momento. Pero, a pesar de las expectativas, Nibbler no tuvo el éxito que sus creadores vaticinaban. La idea no era mala: una serpiente consume objetos que le dan puntos mientras se mueve por un laberinto. A medida que se alimenta, va creciendo. Esto, por supuesto, dificulta la acción.

El mayor atractivo de la oferta era, sin embargo, su marcador. Nibbler le permitía a sus usuarios obtener 1 billón de puntos, una cifra inédita en esos años. El problema es que la meta demandaba jugar durante dos días sin parar y con una sola moneda.

Después de varios intentos, un adolescente regordete de Iowa, llamado Tim McVey, alcanzó la marca mayor. Ese día regresó a casa, le pidió a su madre que le preparara macarrones con queso y durmió durante 36 horas. Cuando despertó, se dio cuenta de que era una suerte de celebridad, que estaba en los medios locales y que el alcalde había declarado un día en su nombre.

El documental "Man vs. Snake: The long and twisted tale of Nibbler" -estrenado recientemente en Netflix- visita a McVey 25 años después de su hazaña. Está retirado del mundo de los videojuegos, tiene un trabajo común y corriente y una esposa comprensiva, pero le duele saber que en 1984 un italiano llamado Enrico Zanetti superó su récord. Meses más tarde, aparecerá un nuevo contrincante llamado Dwayne Richard. Estas y otras señales harán que el obsesivo de McVey decida desafiar a la serpiente electrónica una vez más. El problema es que los años no han pasado en vano y la gesta demanda concentración, buen pulso y vigor.

Los directores Andrew Seklir y Tim Kinzy narran esta pequeña historia de superación con sentido del humor, dinamismo televisivo, nostalgia pop y cariño hacia cada uno de los personajes: el entrañable nerd protagónico, un italiano tan farsante que termina cayendo bien, un tipo ambicioso que es acusado de alterar el tablero del programa para su beneficio y, especialmente, el dueño del viejo local de videojuegos: un ex hippie asiduo a la meditación trascendental que considera que enfrentar a la máquina puede ser una prueba espiritual.

"Man vs. Snake" entretiene y se suma a las añoranzas retro que alcanzaron la cima con la serie "Stranger things". Este documental también nos lleva hacia la infancia, esos tiempos de fichas y días enteros gastados en los "videos". McVey era un niño más dentro de ese panorama hasta que se cruzó con Nibbler. No pensó que ese pasatiempo cambiaría su existencia y lo perseguiría como una serpiente envenenada.

man v/s Snake