El triunfo de Donald Trump en las elecciones norteamericanas representó una derrota mortal para los sabihondos de todo el mundo. Me refiero a las empresas especialistas en las encuestas, a los autodenominados cientistas políticos, "politólogos", "opinólogos" y otros personajes que hoy abundan, no sólo fuera, sino también dentro de nuestras fronteras. De acuerdo a sus profundos conocimientos, la victoria estaba prácticamente asegurada para Hillary Clinton. Sólo era cuestión de esperar el avance del reloj. Basaban sus predicciones en su experiencia y conocimientos objetivos de la opinión pública, en particular del mundo político. Lo único malo fue que nunca se preocuparon de encuestar y estudiar la realidad. No supieron leer al cuerpo social. Y, por eso, no ocultaron que el resultado los dejó estupefactos. Demoraron días en intentar encontrar explicaciones o justificaciones para su tremendo error. Lo único que quedó en claro es que no saben tanto como proclaman y la necesidad urgente de revisar sus procedimientos, así como los cambios que se están produciendo en todas las sociedades del mundo.
La falla de las encuestas no es algo nuevo ni exclusivo de los Estados Unidos. Recientes son los casos de las que predijeron que Gran Bretaña rechazaría salir de la Unión Europea, en circunstancias que fue exactamente al revés. Y para qué recordar las predicciones de las elecciones municipales, donde, para usar un chilenismo, no le "achuntaron" mucho.
Lo malo de esto es el impacto en la ciudadanía y en los medios de comunicación. ¿Son realmente objetivas las encuestas? ¿Están bien elaboradas las preguntas? ¿Pretenden o no inducir respuestas de la gente? ¿Saben tanto como proclaman los "brujos" que las organizan? Hay muchas interrogantes más. .
Otro frente que quedó muy cuestionado es el periodismo. Su tarea principal es informar con objetividad. Pues bien, los principales diarios y revistas de USA, así como de Europa, no vacilaron en alinearse con Hillary Clinton. Proclamaron su apoyo sin vacilar. Creyeron interpretar a la masa ciudadana. En Chile, los "rostros" de la TV tampoco disimularon la misma posición. Se equivocaron. Si bien Donald Trump no es precisamente un santo ni el protagonista de un cuento infantil, lo cierto es que los medios lo presentaron como un monstruo de múltiples apetitos, todos insaciables. Cuando triunfó, bajaron las bolsas, oscilaron los precios de las principales divisas y los mercados financieros de parte del mundo mostraron estupor.
Los diarios cayeron en el mismo error de los especialistas: no tuvieron en cuenta la realidad. No salieron a la calle a preguntarle a gente común y corriente. Se dedicaron al trabajo de oficina, a consultar internet y redes sociales, que les sirvieron para hacer falsas predicciones, que nunca debieron ser parte de su labor.
Recomendación final: cuídese de las encuestas y de los expertos.
Raúl Rojas, Periodista y académico.