En el criadero doña fran el caballo es una verdadera pasión
ÁLVARO MECKLENBURG. Relata los orígenes y desafíos de un lugar en Rinconada y en el cual se respira la dedicación a los potros.
La crianza del caballo chileno requiere de varias cosas, responsabilidad, constancia, preocupación, personal capacitado para ello, paciencia, y por sobre todas las cosas, amor por ellos.
Al decir amor por ellos, a lo mejor es poco el término para calificar lo que Álvaro Mecklenburg Riquelme (53), abogado y empresario, siente por los productos que tiene en su Criadero Doña Fran, ubicado al poniente de la comuna de El Carmen, en el sector Rinconada.
Con tan sólo siete años de haberse iniciado con su Criadero, no ha dejado nada al azar para entregar las comodidades necesarias a sus caballos, cómodas pesebreras, limpias, aireadas y luz natural, pesebreras especiales para los reproductores, y también para el descanso y alimentación de los caballos después del trabajo, demostrando con ello que lo que siente por el caballo chileno no es amor, es una pasión, lo que deja claramente demostrado cuando comienza a contar los inicios de Doña Fran.
-¿Cuánto tiempo en la crianza?
Formalmente partimos hace siete años, cuando compré el campo donde estamos el día de hoy, lo compré para la crianza, para la entretención de mi familia, de mis amigos y obviamente mía.
-¿Cuál fue el primer ejemplar de su criadero?
-Compré dos yeguas en un remate del Criadero Santa Isabel, hijas del "Escándalo" que venían preñadas del "Escorpión" y del "Talento", a diferencia de muchos, partí por los vientres y no por los potros.
-¿Conforme con lo criado?
Sí, pero la verdad es que cada vez me pongo, más exigente con la crianza, voy dejando lo que más me gusta, en la morfología las yeguas que no me gustaron las deseché, algunas las regalé, otras las saqué a remate, y me he ido quedando con lo más bonito, más allá de la sangre, todos mis productos aún son nuevos, no tengo nada corriendo, los de más edad son unas yeguas y unos potros que tienen entre cinco y seis años, se están topeando todavía, ni siquiera los hemos sacado a correr.
-¿Cuántos productos tiene?
Contando desde los potrillos, llegando hasta los más viejos, que ya no corren, pero los tengo para que los disfruten mis hijos, tengo más de cincuenta caballos, entre ellos doce vientres escogidos.
-¿En el criadero se ha preocupado de todos los detalles?
Así es, lamentablemente trabajo en Santiago, me encantaría estar toda la semana en el campo, trabajo de lunes a viernes, por ello necesito que alguien durante la semana se haga cargo del criadero y es por ello que tengo personal de confianza, que se preocupa de todo, he realizado inversiones que no las estimo en dinero, las considero en cariño para mis caballos, para recibir a la familia, a los amigos, por eso se ha hecho con cuidado, planificando.
-¿Cómo se proyecta a futuro con el criadero?
Mantendré la cantidad de productos, el campo me lo permite, el personal que tengo es capacitado y necesario, y tener menos no es mucho lo que me bajaran los gastos, cuando aumente dicha cantidad iré sacando a remate, venderé o regalaré algunos.
-¿El caballo más que cariño una pasión?
Así es, hay una pasión de largo plazo, la que a uno lo hace disfrutar de los caballos, del campo y los amigos.
Doña Fran, un criadero de corta trayectoria que se proyecta con tranquilidad, con claros conceptos de la crianza y el rodeo.
Devoción a sus ejemplares
Origen
"La verdad que el amor y la pasión por los caballos viene desde chico, andando a caballo, paseando por el campo, empieza uno a sentir amor por ellos".
Pasión
"Llega un minuto en que uno tiene la posibilidad de empezar a criar algo, y parte con un potro, una yegua, y se da cuenta de lo lindo que es esto".
No es un negocio
"Esto no es como crear una empresa, en que todo se planifica, esto es como parte de la propia vida, partimos con una yegua y vamos para adelante".
Morfología o funcionalidad
"Tener un caballo bonito, es lo que los criadores buscan, pero yo además soy corralero, me gusta correr la vaca, tengo la medialuna, me gusta topear, y la emoción de poner una atajada grande, es lo más lindo que los corraleros podemos sentir, entonces tengo mi alma dividida, por un lado lo que es el criadero propiamente tal, donde buscamos morfología, adornos, un caballo bien presentado, y por otro lado un caballo que sea rápido y golpeador".