Las licencias médicas durante 2015 llegaron a 4.744.857 en todo el país. Del total, un 22% correspondió a trastornos de salud mental. O sea, 1.056.960 permisos. El récord lo marcó la Región de O'Higgins, con 24,5%, seguida por la Región Metropolitana, con un 22,5%, y Tarapacá, con un 20,6%. La Región del Biobío, un poco menos, con un 18,%, lo cual significa que los problemas de calidad de vida, como lo sabemos todos, hace tiempo que se instalaron en la zona. Sin embargo, a nivel nacional, eso no es todo. Lo que antes se creía que era un problema exclusivo de adultos y ancianos, hoy afecta principalmente a la población joven. Concretamente, al tramo entre 25 y 35 años. Es más, se pensaba que se concentraban exclusivamente en los modestos. De acuerdo a un informe de la Superintendencia de Seguridad Social, hoy se presentan en un 25,2% en Fonasa y un 20,8% en los afiliados de isapres.
La principal causa, pero no única, es el estrés laboral. Las condiciones de trabajo, con crecientes exigencias, infraestructuras inadecuadas en muchos casos, los malos tratos, no sólo de empleadores, sino de jefes a subordinados, el deterioro general de las relaciones humanas, la incomunicación, la creciente competitividad, deterioraron la vida personal y laboral.
Frente a este cuadro desalentador, sería muy positivo que las autoridades, concretamente el Gobierno y el Congreso, dejaran de lado los estudios profundos y los anuncios y enfrentaran la realidad: un cuarto de la población nacional sufre enfermedades o está amenazada por trastornos de este tipo. Estos afectan su calidad de vida, empobrecen su productividad y su vida personal y social. En pocas palabras, poco o nada se obtiene con que la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados estudie -con toda calma y sin estrés- un proyecto de salud mental y que esta iniciativa cuente con el apoyo del Ejecutivo. Lo realmente urgente es que La Moneda y el Congreso, de una vez por todas, despachen la iniciativa. La salud mental de los chilenos está trastornada. No puede esperar que reducidos grupos de poder practiquen retórica a su costa. ¡Hechos, y no palabras!
Como muy bien lo dicen algunos expertos, no se puede culpar exclusivamente del problema al estrés laboral. Hay muchas otras razones, vinculadas al profundo cambio en el estilo de vida y en la frustración que producen las aspiraciones de los chilenos y la realidad de sus ingresos y sus existencias. Pero de todo eso ya se ha hablado hasta el agotamiento. La ministra de Salud no puede aparecer ahora afirmando que hay que avanzar hacia a lo que, a futuro, será una ley de salud mental. ¿Por qué a "a futuro", si el problema comenzó hace años y es gravísimo hoy?
Raúl Rojas, Periodista y Académico.