Es muy fácil decir "¡Feliz Año Nuevo!, abrazar y formular toda clase de buenos propósitos al por mayor. Lo difícil es cumplirlos. Para lograrlo, hay que empeñarse y trabajar sin claudicaciones. Estos son algunos de los anhelos del columnista firmante para los doce meses que vienen: Un país en paz, realmente de compatriotas hermanos, que deje atrás definitivamente el pasado y se preocupe de construir el futuro. Que terminen las odiosidades, tanto políticas como personales. Es muy desagradable y penoso vivir en un clima de constante enfrentamiento. Le hace mal al cuerpo social.
El fin de las colusiones, especialmente las económicas, para las cuales no parece existir sanción alguna, pese al daño múltiple que causan a los consumidores. El adiós a ese enfermizo afán fundacional, según el cual cada vez que asume un nuevo gobierno debe demoler o descalificar la obra del anterior.
Que aparezca una nueva generación empresarial, con modernos esquemas organizacionales, que permitan a más de un millón de trabajadores nacionales superar el estrés laboral, antesala de la temida depresión.
El ideal es que en 2017, sin que los trabajadores renuncien a sus legítimas aspiraciones, no abusen del paro ilegal como mecanismo de presión sobre la gran mayoría de los chilenos, tal como ocurrió en los casos de los casos de los fiscales y de la salud. El deseo de ganar más es legítimo. Dañar a las personas, especialmente a las más pobres, no.
El fin de la corrupción, no sólo en el plano político, sino en todos los campos. No es posible que estemos dejando atrás doce meses de sucesivos escándalos, que todos conocemos muy bien, donde aparecen entremezclados parlamentarios, dirigentes de partidos, empresarios, funcionarios y otros. Un Congreso que trabaje más y mejor y no mantenga pendiente el despacho de algunas leyes durante años, en contraste con la aprobación de un "feriado express" en sólo 48 horas. Menos vacaciones y menos beneficios económicos para hombres y mujeres que dicen ser servidores públicos.
Ojalá terminen los abusos de algunos, que contrastan amargamente con la dura situación de otros. Ojalá se fiscalice y se sancione con prontitud. Que no ocurran situaciones como los "jubilazos" millonarios de Gendarmería. Que la justicia funcione para todos, deje de archivar denuncias, haga honor a su nombre y terminen las garantías para los delincuentes, con una puerta giratoria que ha funcionado y funciona al máximo de su capacidad. Un país en que todos cumplan sus obligaciones: desde la máxima autoridad hasta el más modesto ciudadano.Son sueños. Pero son mis anhelos. Y, sin modestia, los de la mayoría.
Raúl Rojas, Periodista y Académico.