78 años del Gran Terremoto
Hay que evitar los peligrosos piqueros, ya que son de alto riesgo. Varios de los pacientes que atiende la Teletón son personas que se lanzaron en algún río y se golpearon en el fondo. Debemos hacer honor a nuestros muertos y construir memoria digna a lo que sucedió.
El próximo martes conmemoramos el 78° aniversario del Gran Terremoto de 1939, ese capricho de la naturaleza que provocó la muerte de media población chillaneja y la destrucción casi total de nuestra ciudad.
No hay cifras fiables, de 25 mil a 35 mil de los entonces 60 mil habitantes, desapareció en poco más de un minuto. Por el natural caos, no hubo un registro riguroso y científico de las pérdidas humanas. Pero si hubo un intento por parte de heroicos funcionarios del Registro Civil, que en un enorme libraco iban anotando en la Plaza de Armas a quienes daban cuenta de la pérdida de sus familiares. No sobrepasaron los 3 mil nombres. De todas maneras, el esfuerzo merece reconocimiento. Es que hubo familias enteras que desaparecieron bajo los escombros de sus casas aquel 24 de enero de 1939.
Por todo eso, es importante destacar lo que hace la Unidad de Patrimonio de la Municipalidad, elaborando un programa interesante de homenaje y memoria. Porque aquel enorme capricho de la naturaleza, que nos sumió en llanto y tristeza, fue capaz también de sacudirnos y despertar nuestra fortaleza y creatividad, empujándonos hacia el futuro con la fuerza de nuestra identidad.
Mención especial para el Presidente Pedro Aguirre Cerda, conmovido hasta los tuétanos en su visita al sitio de la tragedia, lanzó su rabia hacia la proyección futura y, desde el Chillán destruido, se comprometió a reconstruirlo aquí mismo y, la vez, echar las bases para que el desarrollo de Chile tuviera un nuevo impulso a partir de este punto del dramatismo.
Visión grande de un Presidente no suficientemente reconocido. En los pocos años que gobernó, porque la muerte le sorprendió en medio de su período gubernamental, fue capaz de liderar con decisión no sólo el restañar de las heridas de una extensa zona, sino que crear las instituciones que -hasta hoy- significan el motor del desarrollo y crecimiento de nuestro país.
Volviendo al 78° Aniversario, creo que debemos hacer honor a nuestros muertos y construir memoria digna a lo que sucedió. Y asumir un nuevo compromiso para reimpulsar nuestro Ñuble hacia las cotas mayores que su gente se merece. Desde las instituciones que surjan de la nueva Región, debemos convertirnos en activadores de la creatividad de Aguirre Cerda para mirar hacia adelante y conseguir salir de la dependencia que nos empobrece y abrir los caminos de un desarrollo perseverante y certero que nos merecemos.
Miguel Ángel San Martín Periodista