Agravios a nuestro idioma
Hoy es tiempo que todos aunemos esfuerzos y aportemos nuestro granito de arena para que las cifras de inseguridad sigan a la baja. Este año los humoristas "Enriquecieron" su vocabulario, que el año pasado no funcionaron.
Terminó el festival de garabatos y digo eso con mucha pena y con una sensación de haber perdido el tiempo durante muchas veces. Luego reflexiono y me comprometo con la idea esencial de esa meditación, surge un consuelo. No, yo he hablado toda la vida contra la palabra soez. Cuando era niño mis mayores me decían: cuidado con las palabas que pronuncies. Nunca digas una grosería, porque serás castigado.
Aprendí eso muy joven y luego como alumno primario, secundario y universitario, ese consejo familiar nunca lo olvidé. Eso me da respaldo moral para decirles a todos esos humoristas que pretenden hacerme reír con es lenguaje coprolálico, que durante una semana, martillaron nuestros oídos, con la única esperanza, de que alguno o alguna se diera cuenta donde estaba.
Sólo lo conseguí cuando se subió al escenario, el humorista colombiano. Los humoristas chilenos, incluidos la única mujer humorista,. En el primer minuto me defraudó, cuando al subir al escenario y mirar a las 15.000 personas que la iban a escuchar, sólo atinó a decir: "Putas la huehá! No escuché más. No merecía ser escuchada. Otra habría sido mi actitud si hubiera exclamado víctima del asombro: "Oh, que sorpresa o ¡Qué Maravilla! Pero eso no fue inconveniente para privarla de las dos gaviotas y las felicitaciones de los animadores.
Este año los humoristas "Enriquecieron" su vocabulario, que el año pasado no funcionaron. Ahora sí, porque la censura lo permitió. Son tres: Chucha, concha de tu madre y culiao. ¿Qué les parece? Perdonen que se las haya escrito, pero es necesario que quienes se distrajeron o no concurrieron a estos encuentros con el arte musical consultamos al Dr. Otto Dorr, siquiatra, quien mantuvo por años un espacio en El Mercurio. Allí se lee lo siguiente, escrito por él: En Chile - nos dice - "El garabato" ha ido carcomiendo como un cáncer la arquitectura de nuestro idioma, reemplazando los adjetivos de nuestro idioma, a los verbos y a los adverbios. Se ha transformado en apelativo y hoy día la gente llamada culta, termina cada frase con la partícula "on".
Este fenómeno, sostiene el Dr. Dorr, no existe en ningún otro país. Sólo tiene parangón con una enfermedad Siquiátrica de importancia, como es la demencia- En particular, las que tienen que ver con un daño orgánico en los lóbulos frontales, parte del cerebro que tiene que ver, nada menos, que con la función ética. Ahí se presenta lo que en siquiatría se llama "coprolalia", que significa "Lenguaje excrementicio".
¿Será que la coprolalia se hizo cargo de la voluntad y la vida de nuestros humoristas?
Por Carlos René Ibacache I.
Miembro Correspondiente por Chillán de la Academia Chilena de la Lengua.