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Cuatro álbumes de 1987 que hicieron historia en el pop y el rock

ÉXITOS. Hace 30 años la música dio muy buenos frutos con "Bad" de Michael Jackson y "Appetite for destruction" de Guns N' Roses, entre otros.
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Amelia Carvallo

No cabe duda que hace 30 años la música dio muy buenos frutos para el pop y el rock. Placas tan simbólicas como "Bad" de Michael Jackson, "The Joshua tree" de U2 y "Appetite for destruction" de Guns N' Roses vieron la luz el mismo año que The Smiths entregaba "Strangeways, here we come" y sellaba su fin.

Siempre michael

Si bien "Bad" fue el disco que sucedió al exitosísimo "Thriller" de 1983, y el bajón de popularidad era esperable, el esplendor de sus canciones no ha disminuido con el paso de los años.

Empinándose a sus 29 años, la enigmática figura de Michael Jackson había conseguido de la mano de la pericia de Quincy Jones un disco redondo, que más encima venía acompañado por un enérgico video filmado por Martin Scorsese, donde el afroamericano mostraba que podía incomodar y ser "malo". La versión larga del clip dura 17 minutos y mostraba al cantante en una coreografiada batalla entre pandillas neoyorkinas.

Si bien "Bad" llegó a las disquerías con un sonido duro, bailable y rockero, en la misma época en que el artista comenzó sus obsesivas reconstrucciones faciales y frecuentes entradas al quirófano, también dejó caer en los rankings algunas baladas melosas, de esas que endulzaban a la fanaticada más adolescente. Más allá de ellas, el álbum pervive por canciones como "Smooth Criminal", "The Way You Make Me Feel" y "Dirty Diana", que mostraban un lado más crispado del músico, lejos de la alegría de "Off the wall".

El evangelio de u2

Con "The Joshua tree", los irlandeses de U2 llegaron a conquistar audiencias más allá de las fronteras de Europa que ya se les habían rendido con "The unforgettable fire". Con canciones que, cada vez más, tomaban el cariz de verdaderos himnos con sus agitadas guitarras y el canto urgente de Bono.

Recordando la confección de la placa, el guitarrista de la banda confesó que cuando estaban componiendo escucharon mucho gospel. "Recuerdo que en las sesiones escuchábamos a The Mighty Clouds y The Staple Singers", contó The Edge, quien también precisó que llegó a los estudios de grabación con la melodía y el nombre del famoso single "I still haven't found what I'm looking for", del cual Bono escribió la letra después y sobre el cual hicieron un video vagabundeando por Las Vegas.

Sobre la canción "Where the streets have no name" hace poco han desarchivado que les causó muchos dolores de cabeza, especialmente al productor Brian Eno, quien además tocó el órgano de esa larga introducción de casi dos minutos con el arpegio sostenido de la guitarra de The Edge.

ADIóS A THE SMITHS

Grabado cuando la relación de Morrisey y Johnny Marr estaba empezando a resquebrajarse, "Strangeways, here we come" es considerado por ambos músicos como el mejor disco de la banda, según han dicho por separado, y como bromea Morrisey, "lo decimos muy a menudo. Al mismo tiempo. En nuestro sueño. Pero en diferentes camas".

El disco fue el último de estudio que hizo la banda y su nombre alude a una conocida prisión que hay en Manchester, un mensaje que era la forma en que Morrisey expresaba que los tiempos eran incómodos para todos en la banda.

Éxitos como "I started something I couldn't finish", "Girlfriend in a coma", "Stop me if you think you've heard this one before" y "Unhappy Birthday" se han vuelto clásicos ya transcurridas tres décadas y otros como "I won't share you" y "Last night I dreamt that somebody loved me" siguen impresionando por su belleza compositiva. Por ejemplo, para esta última canción se hizo una introducción larga, de dos minutos de duración, con el ruido ambiente de la famosa huelga minera del carbón de 1984.

Un debut voraz

Por su parte, el rock duro de fines de los 80 tuvo una buena dosis con "Appetite for destruction" de Guns N' Roses. Un disco que desde su carátula de un robot violando a una mujer recibió la censura. Con un Axl Rose sumergido en la jungla de Los Ángeles, entre las fans, el alcohol y las drogas, la placa consolidó a la banda como miembros de la familia rockera de Estados Unidos, con guiños al folk, el metal y el blues.

Poderosas baladas como "Sweet child o' mine", dedicada por Rose a su novia de esa época, Erin Everly, quedaron en la memoria de muchos con el potente riff de Slash, que confesó hace poco que odia esa canción. Otras canciones de ese disco que permanecen como clásicos son "Welcome to the jungle" y "Paradise city", muestras sólidas de lo que alguna vez fue la vocación de los californianos.